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Llegó hace cuatro meses a la carrera laborista un poco «por abrir el debate». Las casas de apuestas pagaban su triunfo con un remoto 1-200. Pero el fenómeno de la «corbynmanía» se desató y Jeremy Corbyn, un veterano diputado marxista de 66 años, acaba de ser proclamado en esta mañana de sábado nuevo líder del Partido Laborista tras arrasar en las elecciones internas, que han contado con 422.664 votantes.

Para ganar en primera vuelta se necesitaban más del 50% de los votos.Corbyn ha ido sobrado, obtuvo el 59,5%, con 251.000 sufragios. El segundo fue el moderado Andy Burnham, que a priori parecía el favorito, que ha obtenido el 19%, con 80.462 votos. En tercer lugarYvette Cooper, que había ido de menos a más en campaña con su defensa de los refugiados sirios, con 71.928 votos, el 17%. Como se esperaba el farolillo rojo ha sido para Liz Kendall, la única blairista pura, con solo 18.853 votos, 4,5%.

Corbyn, que provocará un profundo giro a la izquierda, representa el laborismo clásico y duro de los años setenta frente a sus tres rivales, que habían formado parte de los equipos de Gordon Bronw y Miliband y eran considerados parte del «establisment» del partido. Los tres derrotados lo han abrazo de inmediato con sonrisas pesarosas entre un corro de cámaras que ha interrumpido unos momentos la comunicación de los resultados.

El nuevo jefe de filas del laborismo, que nunca ha trabajado en la empresa privada y es diputado desde hace 32 años, fue el líder de la coalición contra la guerra de Irak que emprendió Blair y se define como paladín contra la llamada «austeridad». Defiende las recetas más clásicas del izquierdismo: subidas de impuestos para los más ricos y sobre los beneficios de bancos, desarme nuclear del país, negándose a renovar sus submarinos Trident, creación de un banco nacional de inversiones, fin de las matrículas universitarias y más ayudas sociales. Más impuestos, más gasto y probablemente como colofón, más deuda.

El flamante nuevo líder de los laboristas era el preferido de los conservadores, que llegaron a lanzar una campaña en Twitter animando a los seguidores tories a pagar las 3 libras de inscripción para votar por Corbyn en las primarías del Partido Laborista. David Cameron lo ha definido como «una amenaza para la seguridad financiera de todas las familias británicas». Tony Blair dice que vive «en una realidad paralela», que sus recetas son «Alicia en el país de las maravillas» y que quienes crean que representa una política con corazón «necesitan un trasplante».

Los partidarios de Corbyn destacan que «habla como un ser humano sobre cosas reales». También ensalzan su coherencia, pues es cierto que jamás ha variado sus principios socialistas radicales, que lo han llevado a votar más de 500 veces desde 2005 contra su propio partido (el 25% de las votaciones ha discrepado de los suyos).

Corbyn es lo más parecido que se puede encontrar en el Reino Unidoa Syriza o Podemos. Supone un retorno al Viejo Laborismo de los años 70, que parecía arrumbado en el baúl de los imposibles tras el giro al centro de Tony Blair, que condujo a los socialistas a tres mayorías absolutas consecutivas y parecía haber cambiado para siempre la faz del partido

Es un tipo de porte austero, frugal, vegetariano y que no tiene cochey se desplaza en bicicleta. Con su barba y pelo níveos y su eterna camiseta blanca bajo la camisa, evoca de entrada a un monje, o un aire un poco a lo Vicente Ferrer. En segundo lugar lo acompaña cierta aura de rebelde. Nada más ganar los comicios, el Gobierno de Cameron llevó al Parlamento una propuesta para aligerar la factura del Estado del Bienestar. Harriet Harman, la líder provisional del laborismo, ordenó votar a favor. Burnham, Cooper y Kendall obedecieron por disciplina de partido, aunque sin convicción. Corbyn se plantó y votó «no». Aquel gesto supuso un acelerón para su campaña.

Corbyn es un socialista clásico de libro, un activista contumaz, fijo en las manifestaciones contra la guerra, el apartheid (llegó a ser detenido por entrar en el recinto de la Embajada de Sudáfrica), lasarmas nucleares y los recortes.

En realidad lo mamó desde niño en su hogar. Nació en una pequeña ciudad del centro de Inglaterra, hijo de un ingeniero y una profesora de matemáticas, dos pacifistas que se habían conocido en la Guerra Civil española. Como estudiante tuvo las letras justas. Pasó por una escuela privada, algo que detesta, y luego lo intentó en una politécnica, pero no acabó. Se presenta como una autodidacta, que se ha cultivado leyendo y con la formación del propio partido y susforos de debate.

Como tantos apparatchiks, no sabe lo que es tener una nómina en una empresa privada. Tras abandonar los estudios trabajó como voluntario en Jamaica y en organizaciones sindicales. A los 25 años ya era concejal; a los 34 diputado, y hasta hoy, siempre reelecto y cada vez con más votos.

Hace unos días propuso debilitar los poderes de la Reina, la llamada Prerrogativa Real, que quiere que sea acotada por el Parlamento. También propone que los empleados manuales, los policías y los funcionarios de prisiones puedan jubilarse nada más cumplir los 60 y quiere invertir 500 millones de libras en revertir «los recortes tories en el mundo de las artes». Corbyn defiende a la BBC y el pago del canon por ver la televisión que la sostiene. Cree que el enfrentamiento del Gobierno de Cameron contra el canal público encubre un intento de desvirtuarla y convertirla en una televisión menguada y derechista tipo «la Fox americana».

El hombre de moda de la política inglesa guarda con celo su vida privada y dice que siente «odio» por los reportajes que indagan en el entorno familiar de los políticos. «Tus aficiones, cómo pasas el tiempo… Todo eso no importa absolutamente nada». Pero el viejo luchador ha encontrado tiempo sobrado para el amor. Se ha casado tres veces y ha contado que una de las razones que lo llevaron a romper con su segunda mujer fue que ella rechazaba que hubiese enviado a sus tres hijos en común a la escuela pública. Su actual pareja es una mexicana,Laura Álvarez, que mantiene una correcta empresa de importación de café bajo la etiqueta de «comercio justo».

Las elecciones del 2020 podrían enfrentar al actual ministro de Hacienda, George Osborne, con Jeremy Corbyn. Un escenario de ensueño para los tories, convencidos de que en el siglo XXI el reino de Jeremy no es de este mundo. Pero quienes lo apoyan creen que el laborismo solo puede rearmarse volviendo a separarse del consenso neoliberal que Blair abrazó. Con gran éxito para su país, por cierto.

Fuente AFP  ABC.es