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Noticias | Fuente Externa

Cada día trae su tragedia. El dos de marzo de 2024, varias bandas delictivas asaltaron la Penitenciaría Nacional y la prisión de Croix de Bouquets, donde liberaron a los prisioneros.

Luego, sitiaron el puerto de la capital Puerto Príncipe y rodearon el aeropuerto Toussaint Louverture. Desde esa semana, las cosas van de mal en peor, incluyendo el incendio y saqueo de la casa del jefe de la Policía Nacional. En medio de este caos, el primer ministro Ariel Henry se encuentra varado en Puerto Rico tras un viaje a Kenia en busca de acelerar el envío de una misión de seguridad.

Desde ese entonces, quien puede salir de la nación caribeña lo hace. Se fueron los diplomáticos de varias embajadas, los misioneros, los extranjeros que vivían ahí desde hacía algún tiempo. Solo quedan los más desafortunados y algunos miembros de la élite. Las escenas en las calles parecen sacadas de una pelìcula postapocalíptica, con cadáveres en las calles, vehículos destruidos, patrullas de milicianos armados, miles de niños en peligro y una ciudadanía que no se atreve a salir a comprar los suministros más elementales, si es que sabe dónde conseguirlos.

Representantes de alto nivel de Estados Unidos, Francia, Canadá, México y varias islas del Caribe —con la notable ausencia de República Dominicana— se reunieron en la Comunidad del Caribe (Caricom) y acordaron acompañar un proceso de transición hacia elecciones en Haití. Pero en el país no hay mucho consenso al respecto.

El grupo político Pitit Dessalines rechazó participar en el consejo de transición y busca instalar otro con la presencia del golpista Guy Phillipe, condenado en Estados Unidos por lavado de dinero. Por otro lado, Jimmy “Barbecue” Chérizier, un expolicía convertido en pandillero asegura que la alianza de bandas de Viv Ansamn es la que colocará en el poder a un nuevo gobierno.

Además Henry, quién aceptó renunciar tras el encuentro de la Caricom, ahora retrocede y pone condiciones que amenazan aún más el éxito de las acciones en busca de la paz en esa nación del hemisferio occidental. Los siguientes son apenas unos ejemplos de las razones por las cuales el continente entero debe preocuparse por el descenso de ese país al abismo del caos.

1. Una miseria profunda

Dos terremotos de considerable magnitud, otros desastres naturales, la inestabilidad política, la exclusión social y la delincuencia hicieron de Haití el país más pobre de América. Según datos del Banco Mundial, más de 11 millones de habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza. Las Naciones Unidas refieren que 4,4 millones de haitianos sufrían inseguridad alimentaria antes del terremoto: no tienen acceso a los alimentos y nutrientes necesarios para una dieta saludable. Además, la mayoría de la población no tiene acceso a agua potable.

Instituciones como Unicef calculan que cerca de tres millones de niños y niñas necesitan ayuda humanitaria en Haití. Además, ocupa el puesto 163 de 191 en el Índice de Desarrollo Humano que elabora la ONU. Todas estas razones hicieron de Haití un país altamente dependiente de la ayuda internacional. Tan solo entre 2011 y 2021, recibió unos 13.000 millones de dólares.

Un grupo de niños se reúne en una empobrecida comunidad haitiana que hace frontera con la República Dominicana. Crédito: Benjamín Morales Meléndez (Diario Libre).

2. Vivir bajo fuego

Los ataques contra los dos mayores centros penitenciarios del país, la prisión civil de Puerto Príncipe (con más de 3.800 presos) y la de Croix des Bouquets (1.450 presos), sacaron a la calle a la mayoría de los detenidos, que presumiblemente se integraron de inmediato a la violencia. Desde el 29 de febrero, los ataques a comisarías e instituciones públicas y privadas no hacen más que aumentar.

Considerado uno de los países más inseguros del mundo, cerca de 200 pandillas controlan grandes zonas. Según el portal Insight Crime, dos grupos concentran la mayoría de bandas: G-9 y Familia, encabezado por “Barbecue” y la G-Pep, liderada por Gabriel Jean-Pierre.

La G-9 controla actividades económicas como el puerto de la capital, terminales petroleras y los puntos de entrada y salida de Puerto Príncipe. La G-Pep se concentra en Cité Soleil, el barrio más poblado y pobre de la capital. Según las más recientes cifras de la ONU, en 2023 las pandillas asesinaron unas 5000 personas, más del doble que el año anterior.

De acuerdo con Matthias Pierre, exministro de elecciones de Haití, “la policía es débil y más de 40 estaciones de policía están destruidas. El ejército está muy limitado y mal equipado; los miembros de las pandillas ocupan la mayoría del centro de Puerto Príncipe y algunas de las sedes gubernamentales. Muy pronto la gente se quedará sin comida, medicina y apoyo médico”.

3. Violaciones como armas de guerra

En 2022, la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití registró un promedio mensual de 98 víctimas de violencia sexual en las zonas de Puerto Príncipe controladas por las pandillas. Un grupo de expertos en derechos humanos de la ONU aseguró en un estudio que “en un contexto tan aterrador, parece que la violencia sistemática contra las mujeres y las niñas, incluida la sexual, se utiliza como instrumento de poder y como medio de ejercer el control territorial por parte de bandas rivales que asolan la capital desde hace más de un año”.

Los grupos criminales usan sus cuerpos como botín de guerra. Al punto de que hay numerosas denuncias “de violaciones públicas en grupo delante de familiares y niños, sin el despliegue de recursos suficientes para detener dicha violencia, llevar a los responsables ante la justicia o proteger e indemnizar a las víctimas”.

Un manifestante muestra una pancarta con 9 personas asesinadas en Haití durante los últimos tres años. Crédit: Jean-Marc Hervé Abélard / K2D.

4. Migrantes desesperados

El constante éxodo masivo en Haití impacta a casi todos los países del continente americano. Por ejemplo, ante la ola de violencia actual, salió en los medios que el gobierno del presidente Joe Biden evalúa la posibilidad de utilizar la Bahía de Guantánamo para procesar a los posibles migrantes haitianos que lleguen. Mientras tanto Ron DeSantis, gobernador de Florida, ordenó desplegar unos 250 efectivos de varias agencias de seguridad estatales.

“No podemos permitir que extranjeros ilegales vengan a Florida”, dijo DeSantis en un comunicado, en el que aclaraba que ese estado dedica “importantes recursos a combatir las embarcaciones ilegales” que llegan desde países como Haití.

En Panamá y Colombia, las autoridades ya detectaron un aumento del paso de migrantes haitianos por la selva del Darién. La frontera sur de México también es otro punto clave en el que la migración irregular desde Haití se multiplicó por diez en 2023 y se convirtió en el principal país de origen de las solicitudes de asilo.

Otros gobiernos empiezan a cerrar fronteras. El de Bahamas, por ejemplo, implantó “medidas significativas” para protegerse ante la “gravísima” situación de Haití. Y el de Jamaica asegura que quiere evitar una avalancha de haitianos en su territorio y que solo tomará los casos de refugiados a los niños de un orfanato específico y al staff del World Bank.

Los haitianos tampoco son bienvenidos en su país vecino. Según las estadísticas de la Dirección General de Migración, un total de 497,692 inmigrantes haitianos tuvieron que regresar a su país en el 2023: 246,678 mediante el retorno voluntario y otros 251,011 reconducidos por las autoridades.

Todos los días, en el cruce fronterizo con República Dominicana, las autoridades de ésta devuelven a cientos de haitianos indocumentados, lo cual estimula indirectamente la existencia de una mafia de uniformados que se dedican al tráfico de personas.

Una mujer haitiana cruza el paso fronterizo Jimaní-Malpaso durante la pandemia de la covid-19. Crédito: Benjamín Morales Meléndez (Diario Libre).

5. Una violencia que se generaliza

Como el desorden se concentra en Puerto Príncipe, miles de personas se desplazan internamente hacia otras ciudades. La Organización Internacional para las Migraciones informa sobre unos 15,000 desplazados en una sola semana después que arreciaron los ataques. Esta violencia también incide en las zonas rurales y constituye  “un motivo más de grave alarma”, según el secretario general de la ONU, António Guterres. 

El país francófono se divide en los departamentos Noroeste, Norte, Noreste, Artibonite, Central, Oeste, Grand’Anse, Nippes, Sur y Sudeste. Según reporta el medio Le Nouvelliste, las consecuencias del caos en Puerto Príncipe hacen que ya los productos escaseen también en las ciudades de provincia.

“A diferencia de Puerto Príncipe, en el resto del país funcionan escuelas y universidades. No se puede decir lo mismo de otros sectores de actividad. En Hinche escasean ciertos productos como leche y artículos de tocador. En los mercados públicos también observamos un aumento en los costos de los productos básicos. En Port-de-Paix, las actividades siguen su curso normal, pero la situación de malestar generalizado en Port-au-Prince está empezando a tener más impacto en los sectores de la salud y el comercio”, refiere el diario.

Dos niñas haitianas caminan por la Carretera Internacional que funciona como frontera natural entre la República Dominicana y Haití. Crédito: Benjamín Morales Meléndez (Diario Libre).

6. La comunidad internacional: ¿más de lo mismo?

Si de palabras delicadas se trata, “misión” es una de las peores en el país caribeño. Desde 1993, cuando llegó la Misión Civil Internacional en Haití (UNIMH), el país ha sido  intervenido en más de diez ocasiones. La última, denominada Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) fue establecida por el Consejo de Seguridad de la ONU en 2004 con más de 11.000 agentes. Aunque con vigencia inicial de seis meses, la prorrogaron sucesivamente hasta octubre de 2017. En 2010, efectivos de este grupo contaminaron un río y con ello entró el cólera a un país hasta entonces libre de esa enfermedad. Se calcula que más de 9.000 contagiados murieron. Como si eso fuera poco, múltiples reportes señalan también casos de abuso sexual.

En octubre de 2023, el Consejo de Seguridad dio el visto bueno a una nueva fuerza armada multinacional para reforzar la seguridad local en medio de la creciente crisis de violencia generalizada. Según ese plan, Kenia encabezaría el esfuerzo con 1.000 agentes policiales, junto a elementos de Antigua y Barbuda, las Bahamas y Jamaica.  Pero el gobierno de Nairobi suspendió los planes hasta que se haya posesionado un nuevo gobierno.

En todo caso, muchos en Haití rechazan esa fórmula, ante los reiterados desastres dejados por las misiones anteriores.

 

7. Contrabando de armas y drogas

Para 2022, agencias internacionales informaban que en Haití circulan más de 600.000  armas de fuego —la mayoría de ellas de posesión ilegal—, frente a 291.000 en 2018. En 2023, un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) advertía que la mayor parte de las armas de fuego y municiones en Haití proviene de Estados Unidos, y en particular de Florida.

Y lo que es peor, se trata de armas cada vez más sofisticadas y de gran calibre que llegan  “escondidas en productos de consumo, equipos electrónicos, forros de ropa, comida congelada o incluso en los cascos de los cargueros”. La entidad también establecía que “otro medio por el cual se envían armas de fuego y municiones a Haití es a través de la República Dominicana y, en menor medida Jamaica“.

Las armas llegan a manos de las pandillas. Ametralladoras AK47, AR15, rifles Galil, e incluso drones como los que se usaron en el asalto a las prisiones de Puerto Príncipe.

El documento también detalla que Haití es un país de tránsito de drogas, en especial cocaína y cannabis, que entran por barco o avión en puertos públicos, privados e informales, así como en rutas clandestinas.

8. Una frontera letal

Más que kilómetros de montañas y ríos, la frontera entre Haití y República Dominicana representa la distancia entre dos naciones que, aunque comparten una misma isla, parecen estar muy lejos entre sí. Con la crisis haitiana, las tensiones aumentan, ya sea por el movimiento constante de migrantes irregulares o por el temor de que el país más débil afecte al otro.

Luego de la fuga masiva de presos, el gobierno de República Dominicana extremó las medidas de seguridad en esa zona en la que el presidente Luis Abinader construye desde que asumió el poder un “muro inteligente” de casi 400 kilómetros. Además declaró recientemente persona non grata a Henry, quien por eso a su regreso de Kenya no pudo aterrizar en la RD y tuvo que hacerlo en Puerto Rico.

En el lado dominicano aumentan la discriminación y la exclusión de haitianos o de dominicanos de origen haitiano, en medio de agresiones de las autoridades o de dominicanos de a pie. Además, grupos “nacionalistas” se dedican a inducir a la población al odio y agresiones físicas mediante las redes sociales.

RD cierra constantemente la frontera. En una de los hechos más significativos, en noviembre de 2023 el gobierno cerró toda forma de comercio con el país vecino debido a la construcción de un canal en el Río Masacre.

9. Un presidente asesinado

El asesinato a tiros de Jovenel Moïse dentro de su casa en la noche del siete de julio del 2022 representa un caso complejo en medio de un país donde el poder judicial también funciona de forma precaria.

Funeral del presidente Jovenel Moise asesinado el 7 de julio de 2021 en su residencia privada. Crédito de la foto: Jean-Marc Hervé Abélard / K2D.

 

Luego de dos años y medio de investigaciones el juez de instrucción Walther Wesser Voltaire imputó formalmente a Martine Moïse, su viuda; al ex primer ministro Claude Joseph y al exdirector de la policía, Léon Charles, en un informe de 122 páginas.  Además de estos tres, hay otros 50 imputados. Voltaire es el quinto juez en asumir el caso Moïse. Quienes le precedieron se retiraron, algunos alegando que sus vidas corrían peligro. 

Aunque se acusa a Christian Emmanuel Sanon de ser el autor intelectual del complot, el ex ministro Joseph alega que el interino, Ariel Henry, utiliza el sistema judicial para perseguir a oponentes políticos.

La investigación también sigue en Estados Unidos. Según el Departamento de Justicia de ese país, unas diez personas más enfrentan cargos federales en el sur de la Florida por presuntamente participar en el asesinato de Moïse. Varios de los acusados llegaron a acuerdos con la Justicia.

Mientras tanto, la muerte del presidente permanece en el limbo.

Al igual que su país.

Autora

 
Miembro de la Mesa Editorial de CONNECTAS. Sus investigaciones sobresalen por basarse en solicitudes de acceso a información. Becaria Fulbright con énfasis en medios afroamericanos y nuevas tecnologías. Docente universitaria. Reconocida por su trabajo en la promoción de la cultura popular dominicana y el periodismo en el Caribe.