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Cultura y sociedad | José Luis Soto

La muy reciente muerte del músico, director y productor Johnny Pacheco ha permitido a no pocos aficionados/curiosos culturales a descubrir una figura insustituible de las músicas realmente populares. Porque entre otros muchos meritajes, en la hoja de servicios realizados por el dominicano destaca la creación de uno de los dream teams musicales más gloriosos de la historia como fue la Fania All Stars.

Bajo ese nombre, en referencia directísima con el sello discográfico que Pacheco había fundado en 1963 en Nueva York con Jerry Masucci, se encontraba una bomba de arte, ritmo y diversión. Porque el de las Estrellas de Fania era un proyecto alumbrado tres años después del nacimiento de la mencionada disquera y en donde se quiso reunir a lo mejor de lo mejor de la salsa, en todas sus variantes y procedencias. Quizás el más espectacular sueño hecho realidad por un visionario como lo fue Pacheco.

Nombres como Celia Cruz, Willie Colon, Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Pete ‘el Conde’ Rodríguez, Ray Barretto o Larry Harlow fueron algunos –y los más conocidos para el gran público– de sus integrantes de ese proyecto. Una idea que no solo quería visibilizar y poner el foco en unas músicas que aspiraban a situarse en las ligas mayores del circuito, sino que buscaba que la audiencia internacional conociera la existencia de unos intérpretes y músicos muchas veces excepcional es.

No era tan sencillo hacer coincidir en el mismo barco a algunas personalidades y egos muy marcados y no fácilmente compatibles entre ellos. Pese a ello y a tratarse de una macroformación que vivió numerosas incorporaciones, bajas y reincorporaciones, las Estrellas duraron bastantes años con esas cabezas de serie. En julio de 1980 arrancó una gira por Estados Unidos y Latinoamérica para dar respaldo a su reciente álbum Commitment (gira que se prolongó al siguiente año, año que tocaron por primera vez en Barcelona en el Palacio de Deportes de la calle Lleida).

En esa gira la Fania se estrenó en diferentes ciudades colombianas, entre ellas Barranquilla. Allí, en el estadio Romelio Martínez la cosa estalló porque los dioses salseros se dedicaron a cantar el nuevo álbum y no las canciones que estaban en la mente de todos. Llovieron latas de cerveza, Johnny Pacheco se irritó, paró la orquesta y amenazó con tomar las de Villadiego, y en eso que Celia Cruz, con suma amabilidad y empatía, cantó Bemba Colorá. Al acabar tuvieron que salir protegidos por la policía, entre ellos un asustado e histérico Pacheco.

El periodista y escritor colombiano Umberto Valverde estuvo allí aquella noche con ellos y esta semana lo rememoraba. “Al día siguiente desayunamos en el Hotel Golf, con casi toda la Fania presente. Héctor Lavoe llegó con un guardaespaldas o asistente que lo ayudaba a vestirse. Lavoe se sirvió un jugo de naranja y mirándome, sonriendo, me dijo:

–Chico, el problema de la Fania es que hay mucha estrella y poco cielo”.