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Periodismo ciudadano | José Luis Soto

Reportaje del proyecto Periodismo Ciudadano para la Defensa de los Derechos Humanos implementado con el apoyo de la Waccglobal de Otto per Mille valdese

PEDERNALES, República Dominicana.-    Con el Plan de Regulación Migratoria  implementado   por el gobierno de la República Dominicana, producto de la Sentencia 168-13, dictada por el Tribunal Constitucional, que despojó a miles de dominicanos de origen haitiano, una cantidad indeterminada de haitianos indocumentados y dominicanos nacidos/as en este país que no pudieron demostrar  su condición de dominicanos/as, fueron deportados/as hacia Haití.

Un campamento de refugiados/as de haitianos/as y dominicanos/as indocumentados/as que  no es mediático Ni en Haití ni en la República Dominicana

Familias y personas individuales amontonadas  en Anse-à-Pitres, Haití, fronteriza con la ciudad de Pedernales, RD,  están  expuestas al sol, aire, sereno y golpeadas al rebrote del Cólera

 

Algunos/as, sin nunca haber viajado a ese país, ni conocer la frontera que existe entre ambas naciones y otros/as que hace tiempo perdieron el contacto con sus familias, pero todos se quedaron en un mismo lugar en la comunidad haitiana de   Anse-à-Pitres, fronteriza con la provincia dominicana de Pedernales.

“Aquí,  en Anse-à-Pitres, han improvisado pequeños campamentos, sin luz eléctrica, ni agua potable, pero tampoco con servicios de salud. En fin, sin ningún tipo de protección social”, expresa el Grupo de Apoyo a Refugiados y Repatriados (GARR), organización de derechos humanos haitiana que acompaña el proceso.

Los repatriados/as  han encontrado refugio entre ellos y ellas mismas.

Niños y niñas con la esperanza pérdida, a merced de la lluvia, el sol, pero además expuestos a las enfermedades que como el cólera, que ya ha provocado la muerte de 6 personas y decenas están enfermas, esperando la muerte, ante la falta de asistencia.

“Los nuevos habitantes de Anse-à-Pitres” provienen de localidades dominicanas como Barahona donde trabajaban en plantaciones cañeras, de Jimaní o de otras zonas productivas como la parte alta  cafetaleras de la región sur dominicana, donde trabajaban indocumentados.

Las familias repatriadas desde la República Dominicana se vieron obligadas a dejarlo todo. En muchos casos los repatriados/as llegaron Anse-à-Pitres, sin nada, con la esperanza secuestrada.

Ahora no saben qué hacer. Las autoridades haitianas no han asumido la responsabilidad por lo menos en el caso de los ciudadanos/as de ese país que fueron deportados/as por el gobierno dominicano.

Como dicen los afectados “Nadie nos acoge. Solo las ayudas de algunas entidades civiles y entre ellos y ellas mismas.

 

Los y las niñas de los improvisados campamentos de refugiados

Varias docenas de niños y niñas desnudas y descalzos y llenos de polvo,  corretean por los alrededores de las carpas y las improvisadas casuchas que se han levando.

La inocencia de estas criaturas que ignoran la realidad pero sufren como los adultos. No tienen atenciones médicas, la alimentación es mala y precaria, pero tampoco tienen asistencia psicológica y educativa.

Organizaciones humanitarias como el GARR están ofreciendo algunas asistencias, pero hace falta más. La protección del Estado haitiano y la intervención de entidades humanitarias internacionales, para evitar que salga de control. Las atenciones que se requieren con mayor urgencia están la salud, higiene y alimentación.

Indiferencia de los medios de comunicación

La realidad mediática es que cuando las repatriaciones de los inmigrantes haitianos indocumentados,  la prensa dominicana ofreció una cobertura amplia y hasta cierta  espectacularidad.

Un sector de los medios de comunicación con aprensión contra determinados grupos de inmigrantes,  muy específicamente contra los haitianos indocumentados o contra sus descendientes, destacaban en las portadas de los diarios, cierto discurso de odio provenientes de partidos y grupos radicales de derechas.

Apoyaron las acciones “legales” del Tribunal Constitucional y de la Junta Central Electoral, para desnacionalizar a miles de dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana,  bajo el alegato que sus padres eran extranjeros, es decir haitianos o haitianas.

Estos grupos con tinte xenófobos  azuzaron el temor y el miedo en la población dominicana de una “supuesta haitiatización” de la sociedad. De la invasión pacífica, en su afán de reforzar la campaña de deportación de los indocumentados haitianos.

 La reacción no se hizo esperar. Miles fueron los haitianos que incluso estando documentados, con sus pasaportes, residencias y estadía legal en el territorio dominicano, que optaron  por marcharse a su país de origen.

Los y las que no pudieron abandonar suelo dominicano de forma voluntaria   se han quedado bajo el riesgo de la repatriación, de correr la misma suerte de los refugiados y refugiadas de Anse-à-Pitres. La amenaza sigue latente.  

Nota

“Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti. John Donne,Devotions Upon Emergent Occasions”

Referencia del título del presente reportaje a la novela de Ernest Hemingway  “Por quién doblan las campanas” , una épica historia de amor a la humanidad donde se cuenta el dolor de las personas no importa sean abatidas por la guerra, también puede ser la desgracia de la pobreza, la exclusión social, la violencia de Estado o el derecho a migrar.