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Opinión |

Más de 230 millones de personas en el mundo son migrantes. En muchos casos, estas remesas son una fuente importante de ingresos para sus familias. Los beneficiarios de estos envíos superan los 450 millones de personas.

 

Más de 230 millones de personas en el mundo son migrantes. Ya sean madres o padres, hijas o hijos, esposas o maridos, dejaron su hogar para buscar trabajo en otros lugares, por lo general en el extranjero, para ayudar a la familia que quedó en casa.

Independientemente de lo escaso que sea su salario, envían remesas a casa en forma regular. En muchos casos, estas remesas son una fuente importante de ingresos para sus familias. Los beneficiarios de estos envíos superan los 450 millones de personas.

Las remesas internacionales pueden ser una valiosa fuente de entrada de divisas en países donde la economía está estancada, ya sea debido a un conflicto o después de un desastre, y pueden representar una parte importante del producto interno bruto (PIB). En Haití, por ejemplo, las remesas han sido fundamentales para ayudar al país a recuperarse después de que el terremoto de 2010 lo devastara. El dinero enviado representó el 21 % del PIB en 2013. Además, algunos bancos centrales de los países afectados por el ébola informaron acerca de un aumento significativo de los flujos de remesas, junto con la asistencia oficial después del brote de la epidemia.

El monto de las remesas internacionales ha ido aumentando cada año. Se espera que para fines de 2014 estos flujos mundiales alcancen los US$582 000 millones.

En la última década, la comunidad internacional de desarrollo ha comenzado a prestar atención a las transferencias de remesas: de dónde y a dónde se envía el dinero, cuánto cuesta enviarlo, y qué canales se usan para el envío.

Los métodos usados para enviar dinero pueden ir desde sofisticados servicios de pago electrónico a negociaciones no reguladas con conductores de autobuses y amigos. Cada uno de estos canales tiene un costo, que puede ser alto si se tiene en cuenta lo pequeñas que son las sumas de los pagos tramitados. La cantidad de dinero que los migrantes envían es generalmente de unos pocos cientos de dólares por transferencia.

Durante la última década, el costo de las transferencias de dinero ha sido un tema importante en la agenda financiera del Grupo de los Ocho (G-8) y del Grupo de los Veinte (G-20), así como del Banco Mundial y de organismos de normalización como el Comité de Sistemas de Pago y Liquidación (CPSS, por sus siglas en inglés). Se ha avanzado mucho en ayudar a los migrantes a ahorrar dinero haciendo que los servicios de envío de remesas sean más eficientes y más baratos.

Nuestras investigaciones muestran que desde 2009 el costo promedio mundial de enviar US$200 se ha reducido del 10 % al 7,9 %. Estimamos que desde que el esfuerzo global para la reducción de los precios de las remesas comenzó, los migrantes ahorraron hasta US$54 000 millones.

Las innovaciones en tecnología han abierto un mundo de oportunidades para crear formas más baratas, más rápidas y más seguras de enviar dinero.

Además han permitido que nuevos agentes comiencen a prestar servicios de remesas, lo que ha hecho disminuir los costos de transacción.

Enviar o recibir remesas es a menudo para muchas familias pobres el primer y único contacto con servicios financieros formales.

Ayudar a las personas a tener acceso a servicios financieros básicos –como una cuenta de ahorro o de crédito– se ha convertido en un importante hito en el camino hacia la prosperidad. Estos servicios pueden ayudar a las familias a pagar servicios esenciales como el agua, la electricidad, la vivienda, la educación y la atención de salud.

Ahora es más posible que nunca antes garantizar que todos tengan acceso a servicios financieros gracias a las tecnologías y reformas innovadoras que han propiciado instrumentos de transacciones y cuentas bancarias accesibles y de bajo costo.

El Grupo Banco Mundial ha fijado el año 2020 como fecha límite para el logro del acceso financiero universal (UFA, por sus siglas en inglés). Hoy en día, hay 2500 millones de adultos no bancarizados en todo el mundo.

No obstante, la evolución reciente del sector bancario podría tener un efecto negativo en las remesas. Los grandes bancos han comenzado a “eliminar riesgos” de sus actividades para asegurarse de evitar cualquier sistema o vía potencial de lavado de dinero que permita que lleguen recursos a las organizaciones terroristas.

Si los bancos siguen retirándose del negocio de las remesas, muchos operadores de transferencias de dinero no podrán continuar prestando servicios. Esto podría hacer que enviar remesas vuelva a ser caro, lo que perjudicaría a las personas más pobres del mundo, que son las que más necesitan el acceso a servicios financieros asequibles, formales y seguros. 

Por eso se trata de un verdadero problema, que afecta a muchos países y es muy importante para el desarrollo. El Grupo Banco Mundial y sus asociados, como el G-20, están colaborando con los Gobiernos que tratan de salvaguardar la integridad de sus mercados, aun cuando reconocen la necesidad de que los flujos de remesas continúen llegando a su destino de manera segura y a bajo costo.

Fuente:  ENVIADO POR GLORIA M. GRANDOLINI/Banco Mundial  

Senior Director for Finance and Markets Global Practice, Finance & Markets, and Chair of the Global Remittances Working Group

 Gloria M. Grandolini is Senior Director, Finance and Markets Global Practice  of the World Bank Group, since July 1, 2014, and Chair of the Global Remittances Working Group