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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

“No es con espada ni ejército”, ni aislamiento con muro, con que generalmente se modela y se estabiliza una sociedad, una nación o una región geopolítica. Por tanto, muy bien se puede hacer la siguiente recomendación para ser tomada en consideración: “Idear e implementar un Plan Marshall”  modelado para Haití, a fin de normalizar el estado civil e impulsar el tren de desarrollo continuado de esa nación.

Esta idea puede ser considerada absurda y  maniática, pero es posible si se quiere efectuar. ¿Por qué no?

Si alguien está enfermo y se ha hecho todo lo posible para curarlo del padecimiento con brebajes caseros de curanderos populares, con ensalmos mágicos-religiosos u otros medios precientíficos; pero, en lugar de mejoría se perpetúa el mal sin esperanza de  sanación, hay que ofrecer   la asistencia facultativa de la medicina profesional científica.

El enfermo debe tener la conciencia de su precaria salud y  la imperiosa necesidad de permitir los medios prácticos de sanación y en ese caso  es necesaria la intervención de los que tienen capacidad para lograr la mejoría y restaurar la salud. El enfermo no puede ser su propio consultor, analista, medico,  o proveedor de asistencia sanitaria. Hay que intervenir de manera determinante y eficaz para el bien del paciente. Al pueblo haitiano le hace falta  esa especial atención.

Por más fe que se tenga en los remedios caseros y en los rituales mágicos-religiosos, y de sentimiento de valoración de la soberanía personal, grupal, o nacional,  es recomendable poner la restauración de la salud de la nación  en  manos de los que saben y pueden prestar asistencia  solidaria  con pleno conocimiento, experiencia,  respaldo, y responsabilidad.

La República de Haití es considerada un Estado Fallido, una nación enferma, que padece de manera continua sin posibilidades de mejorar de esa enfermedad con brebajes caseros y rituales mágicos-religiosos. En efecto, así lo reconocen muchos de sus propios líderes intelectuales y políticos.

En caso de enfermedad, cuando es inevitable optar por la intervención de las ciencias médicas y las tecnologías que se ofrecen para concurrir a la asistencia de remediar la enfermedad, el enfermo esta forzado a delegar la responsabilidad y acción de recuperación de manera determinante y sin restricciones indebidas de los  expertos para beneficiar al aquejado.

Si se toma con respeto e  interés solidario la preocupación de la situación de la República de Haití, se puede hacer la recomendación de: “Idear, e implementar un Plan Marshall” modelado para la recuperación de esa nación. Esto se puede decir sin miramiento de socavar o empañar la dignidad, y la independencia de la hermana república.

Se deteriora el padecimiento de la nación haitiana y como vecinos colindantes, los dominicanos  estamos en la obligación de tener como prioridad la previsión de nuestra propia salud.

Atendiendo a esta realidad  que se confronta en la isla de Quisqueya, por esta malogroda situación, se hacen  recomendaciones como la presente para que las naciones de conocimiento y poder, puedan tener  susceptible conciencia de que “no es con espada ni ejército”, ni con aislamiento con muro, que generalmente se  asiste a un grupo, un conglomerado, una nación, o una región geopolítica para obtener estabilidad social y  creciente  desarrollo continuado.

En caso de considerarse el plan de tipo Marshall, éste tendría cobertura muy especial más allá de ser una implementación económica; pues, considerando que la nación haitiana padece de un detrimente estado fallido que se deteriora de manera regresiva cada día, se debería organizar y llevar acabo una necesaria asistencia que abarcaría política, estructura gubernamental, seguridad social, reforestación, sanidad, escolaridad, deportes, cultura y otras áreas de gubernabilidad para la  estabilidad y  desarrollo de esa nación.