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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Mis padres me trajeron a la Ciudad Corazón al principio de la década del 70, en el pasado siglo XX. Para entonces, Santiago de Los Caballeros era casi una aldea. El Mercado Hospedaje Yaque, por ejemplo, ocupaba una cuadra en el sector de La Joya. El perímetro estaba limitado por las calles paralelas, Pedro M. Hungría y la Capotillo, cruzadas perpendicularmente por las 16 de Agosto y la Boy Scout.

En efecto, el Hospedaje, como le dicen todos, cubría una manzana y los puestos de venta comprendían espacios desahogados. Años más tarde, algún que otro vendedor, de víveres, dígase plátanos, guineos verdes, y frutas como los mangos, naranjas, limones, entre otros, se ubicaron en el perímetro externo.

Creo no exagerar, si afirmo que hasta 1978, el área del Mercado toleraba el crecimiento de la ciudad. En los cuatro años siguientes, el presidente del país era Don Antonio Guzmán Fernández, y el síndico (alcalde) de Santiago era Víctor Méndez.  

Ya corriendo los años 80, una nueva gestión municipal, encabezada por Pepe Claudio Cabrera, propició una ampliación del Hospedaje. La inversión del ayuntamiento se limitó a reconstruir el interior agregando nuevos puestos de venta y una verja perimetral en malla ciclónica. Desde entonces, cada mandato local, sea de manera formal o informal, autoriza la ampliación del Mercado.

Justo es decir, que el aumento de puestos de venta en el Hospedaje Yaque constituye un foco de clientelismo político para las autoridades de turno. Es decir, cada alcalde se siente obligado a repartir cubículos comerciales en el Mercado, a sus seguidores. De modo, que las ampliaciones, en la mayoría de los casos, obedecen a los intereses politiqueros de las autoridades de turno.

Cabe decir, que la excepción a esta lógica clientelar en la administración del Hospedaje la encontramos en José Ramón (Monchy) Fadul, que gobernó la ciudad de 1990 a 1994. Por derivación, Monchy centró su interés en transformar la Hidalga de los Caballeros, en una ciudad capaz de competir con otras urbes del área del Caribe.

Del año 1994 a hoy, el crecimiento del Mercado Yaque se produce al margen de cualquier tipo de control por parte de las autoridades locales. Los administradores del Hospedaje se limitan a cobrar los arbitrios a los vendedores que se van sumando al caos.

En consecuencia, el Hospedaje Yaque de hoy día se extiende desde el parque Valerio hasta el Puente (Nuevo) Hermanos Patiño. Y de ahí, al puente de La Otra Banda, del puente a la iglesia San José, en la comunidad de Baracoa. 

A ojo de buen cubero, los barrios La Joya, Baracoa y parte del Centro Histórico de Santiago son afectados por el centro de comercio ¿informal? O sea, el Hospedaje Yaque, es un mercado desbordado, pero resuelve la necesidad de aprovisionamiento agrícola de la ciudad.

Es en este contexto, que el actual alcalde Abel Martínez Durán, se propone “sanear” el área del Hospedaje Yaque. Para un buen conocedor del alcalde Abel, sanear significa desalojar. Y todo el que cruza por la zona, entiende que es necesario sanear y desalojar los “padres de familia” del área.

Ahora, una acción de este tipo requiere que el nuevo mercado donde serán reubicados los vendedores, esté debidamente habilitado. Sólo entonces, procede el traslado de los comerciantes. El alcalde Abel Martínez, no puede actuar con la improvisación que caracterizó el desalojo de los buhoneros de la calle de El Sol hace unos meses.

La decisión de desalojo debe tomarse bajo el razonamiento de que, en primer lugar, el Hospedaje es el principal centro de acopio de productos agrícolas en Santiago. En segundo lugar, considerar que la mayoría de esos comerciantes, utilizan esos espacios de venta durante más de 30 años y muchos incluso, desde la fundación misma del mercado.

Creo que ningún santiaguero se opone a la reubicación de los vendedores. Incluso, me aventuro a decir que es una necesidad sentida de Santiago, sacar el Hospedaje Yaque de esas comunidades. Ahora, hacer eso implica construir primero el “Mega-Mercado” en las afueras de la ciudad. Y por otro lado, emplaza a las autoridades municipales a dar un trato humano y justo a los propietarios de cubículos comerciales en el Mercado.