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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

La prioridad de una ciudad, pensada y diseñada para el servicio a la gente, es el ciudadano de a pie. De ahí que la movilidad urbana es viable si responde a esta primacía. Así lo consigna en una pirámide invertida, la Nueva Agenda Urbana de Quito, cuyo primer borrador será evaluado por la ONU, en la conferencia del Habitat III. En República Dominicana es diametralmente opuesto, “el peatón no es gente” suelen repetir moros y cristianos. 

En efecto, si un policía de AMET lo sorprende conduciendo su automóvil, sin el cinturón de seguridad puesto, es un hecho que le dará una multa. Igual sucede si se estaciona próximo a una intercepción concurrida, si transita en vía contraria por una avenida, o si cruza un semáforo en rojo. En cualquiera de estas infracciones el AMET alegara que el conductor pone en riesgo la seguridad ciudadana, ¡y así es amigo! Ahora, si el que infringe la ley es un chofer de carro de concho, una guagua voladora, o un motoconcho, las consecuencias son diferentes. 

Cave entonces la pregunta, ¿Por qué las violaciones e imprudencias de los operadores del transporte público son consideradas menos peligrosas que las del resto de los ciudadanos? 

Los privilegios irritantes que goza el sector transporte no se quedan ahí. De tiempo en tiempo, el gobierno exonera grandes flotillas de automóviles para renovar el parque vehicular. Con ello, las autoridades pretenden eliminar las chatarras de las vías públicas. Lo sorprendente, es que los vehículos van a parar a manos de los mal llamados sindicalistas, y las calles siguen llenas de tiestos. “Las pollitas”, (vans de color amarillo), traídas por el expresidente Leonel Fernández, ¿para simular el Nueva York chiquito? son una evidencia perfecta. El pasado presidente Hipólito Mejía, hizo lo propio, importo “las garzas blancas”, esta vez, las vans vinieron pintadas de blanco. 

Corría el año 2011, el gobierno entregó a los transportistas  y empresarios 50 millones de galones de gasoil periódicamente. El subsidio le cuesta al Estado Dominicano una friolera de RD$39 mil millones de pesos al año. La astronómica suma corresponde solo al combustible, para nada tiene que ver con las exoneraciones de vehículos, y menos, con la evasión de impuestos. 

Mediante el Decreto 183-11, se estableció el subsidio a los combustibles, emitido por el entonces presidente de la república, Dr. Leonel Fernández. El actual mandatario, Lic. Danilo Medina, dictó el Decreto 275-16, que dejó sin efecto la aberrante disposición del 2011. 

La muerte súbita del subsidio, sorprendió a los “líderes sindicales”, mismos que mutan en empresarios solapados del transporte. Están vuelto locos y sin ideas. El gancho derecho, asestado por el Presidente Medina a los jefes de sindicatos, los dejo mareados, dando tumbos en el cuadrilátero. Ahora, solo atinan a vociferar improperios y amenazar al gobierno y a la población, tratando de infundir terror. 

-- Habrá aumento de los pasajes --, gritan 

-- Habrá huelgas --, refunfuñan 

Veamos algunos pronunciamientos de los renombrados “líderes” de los sindicatos del transporte: 

-- El único sector que transparenta los combustibles es el de los choferes --, Antonio Marte. 

-- A la población que nos perdone, pero si nos empujan, tenemos que empujar los que están delante, en este caso, a la población --, Ricardo de los Santos. 

-- Vamos a analizar la resolución para tomar una decisión --, Juan Marte. 

-- Es un adefesio del gobierno tratar de quitarle el gasoil y el Bonogas a los choferes --, Gervasio de la Rosa. 

Sus actos lo delatan, los sindicalistas perdieron de vista que ya su tiempo pasó. Ojala, que la eliminación del subsidio sea un acto consciente del gobierno. El reconocimiento de que el desarrollo de una nación está atado, en gran parte, a un servicio de transporte digno. 

¿Seguirá el gobierno eliminando los subsidios irritantes?