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Opinión | Doctor José Serulle Ramia/economista y diplomático

Introducción: el Caribe ante un mundo en entera mutación

         Queremos, antes que nada, agradecer al Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (CEAPRC), dirigido por el prestigioso intelectual y académico Dr. Ricardo E. Alegría, por haber tenido la amabilidad de invitarnos a pronunciar esta conferencia inaugural.  Con esta disertación se da inicio, en efecto, al quinto Certificado en Diplomacia y Relaciones Internacionales,  que realiza el CEAPRC con los coauspicios del Departamento de Estado del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y el Instituto de Educación Superior en Formación Diplomática y Consular de la República Dominicana.  Este Centro lleva cuarenta años impartiendo conocimientos y buscando, desde distintos ángulos académicos, soluciones concretas a los problemas que enfrentan los Estados y territorios del Caribe.

          Su esfuerzo desde hace un tiempo, a través de este certificado en Diplomacia y Relaciones Internacionales, muestra de forma contundente su afán de aportar no sólo análisis, sino salidas concretas para que las sociedades del Caribe transiten por estadios superiores de vida, y juntos articulen esfuerzos en esa vía.

         La diplomacia ha desempeñado en la historia contemporánea un rol esencial en el acercamiento de los Estados y pueblos.  Es cierto que, en una primera etapa, dados los intereses económicos y políticos que controlaban el mundo, esa diplomacia consistió en lo esencial en el mantenimiento del statu quo colonial predominante y, luego, en la repartición de los territorios y mercados del mundo y en el establecimiento de la hegemonía del capital financiero internacional. 

         Ahora, debido a la diversidad de naciones, de formación de bloques económicos, del surgimiento de Estados con lineamientos de política interna bien independientes y producto también del propio desarrollo alcanzado por las sociedades de los distintos continentes, y los acuerdos económico-políticos entre grupos de naciones, la diplomacia se ha erigido en un hacedor de nuevas realidades y de senderos que conducen a la articulación de esfuerzos hacia la integración de naciones y territorios. Hoy, la diplomacia está llamada a ser pro activa, transparente y eficaz.

         Lo que vamos a exponer en lo adelante no es un examen estadístico ni simplemente un análisis económico de las sociedades caribeñas ante un mundo en entera mutación. Los distintos tópicos que encierran la conformación de una sociedad interactúan dialécticamente para conformar políticas de auténtico desarrollo, que anulen toda forma de vida aislada y nos conviertan en células activas de un conjunto de naciones, que, por sus características históricas comunes y sus propias peculiaridades, su diversidad lingüística, su dinamismo y su entendimiento, su diálogo y su cooperación, sus intercambios, conectividad y  unidad, logren marchar hacia niveles de desarrollo humano y de protección de su medio ambiente, que las constituyan en entes realmente civilizados, con altos niveles de educación, de tecnología, de creatividad, de bienestar, de diversidad biológica y cultural, de seguridad humana, de equidad y de felicidad.

         Queremos consagrar esta disertación a personas que en la historia de nuestras sociedades han luchado, escrito y actuado, de una forma u otra, en pro de  la integración caribeña. Nos referimos a personas ilustres como Betances, Hostos, Luperón, José Martí, Eric Williams y Juan Bosch.

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I.-  Características particulares de la situación del Caribe

-El Caribe es una zona singular en el mundo.  Ninguna región se parece a la región caribeña, ni siquiera la región del Pacifico Sur, que comprende Micronesia, Melanesia y Polinesia, y está  compuesta también de islas muy pequeñas.

-El Caribe tiene características muy peculiares. Al momento de definir las perspectivas de esta región, algunas de estas peculiaridades se presentan como favorables. Otras, resultan ser factores inmediatos de desventajas.

-El Caribe es difícil de analizar. En efecto, su situación socio-económica, geográfica, política y demográfica es altamente compleja.

-Bañados todos sus territorios  por el  Mar Caribe, las islas y territorios subcontinentales de la región caribeña  conforman  una unidad geográfica  y ambiental. Compuesta la región  por pequeñas islas y pequeños países,  que van desde una superficie de 300 kilómetros cuadrados (Grenada)  hasta más de  110,000 kilómetros cuadrados (Cuba), separados unos de otros, se dice que el territorio caribeño está atomizado.  Luego, están los territorios caribeños del subcontinente suramericano y de Centro América.  Todos estos territorios, juntos, son en definitiva el Caribe

-Desde el punto de vista geográfico, las islas del Caribe y los territorios del subcontinente y Centro América es cierto que están dispersos en el espacio, pero unidos por el cordón umbilical que constituye el Mar Caribe.

 

Historia y multiculturalismo. Influencia de la historia sobre la conformación de las sociedades del Caribe.  Política e historia en el Caribe

 

         Podríamos definir algunos de los rasgos histórico-políticos, sin cuya mención es muy difícil entender el papel del Caribe en el mundo de hoy, en los términos siguientes:

                   -Todos sus territorios surgieron a la vida moderna como colonias de los grandes imperios occidentales -Inglaterra, España, Francia y Holanda-, y así permanecieron por siglos, tal como lo expresaría el historiador colombiano Alfonso Múnera Cavadía, “como piezas indispensables en el proceso mismo  de formación de la modernidad de Occidente”.

                   -Estos territorios fueron, igualmente, espacio de encuentro inicial de todas las manifestaciones culturales y de los grupos étnicos y humanos en general que las cargaban, como fueron también escenarios de formas tempranas de gobierno y lugares estratégicos de la política mundial. En este último aspecto, los territorios del Caribe fueron escenario de las guerras imperiales, así como laboratorios de formación de las naciones, de las repúblicas y de la aplicación universal del concepto de ciudadanía.

                   -La geografía del Caribe ha sido testigo vivo de dos de las revoluciones más radicales de los siglos XIX y XX: la de los esclavos de Haití y la de los revolucionarios de Cuba. Y ha sido escenario de enfrentamiento entre tropas de potencias extranjeras y naciones apegadas a su soberanía y libertad (por ejemplo: República Dominicana en 1916-24 y Haití 1915-1934, y República Dominicana en abril de 1965).

 

Geo economía del Caribe

 

         Al igual que la política, la vida económica del Caribe tiene un contexto histórico que ha determinado su evolución y transformación hasta nuestros días.

         Los regímenes socio-económicos tienen sus aspectos comunes, pero también sus características particulares.

         Es cierto que el Caribe, por la naturaleza del comercio colonial, fue esencialmente exportador de bienes agrícolas e importador de todos los bienes que requería su consumo productivo y personal. En un primer tiempo, el uso intensivo de fuerza esclava en vastas explotaciones cimentó la base de acumulación de las potencias coloniales, siendo esta acumulación parte fundamental del proceso de acumulación originaria del capital europeo.

Los ejes centrales del Caribe estuvieron íntimamente conectados entre sí y con las grandes metrópolis desde finales del siglo XVI y durante todo el período colonial. La Habana-Kingston-Cartagena-Panamá-Veracruz-La Guaira, todos esos lugares formaron parte de un gran circuito económico regional gran caribeño.

         Y como reacción a las políticas de bloqueo imperial, la región desarrolló una fuerte tradición de comercio ilegal, que contribuyó, dicho sea de paso, a algunos de los elementos constitutivos de su personalidad actual.

         Durante cuatrocientos años y más muchas islas y zonas del Caribe contribuyeron a ampliar esta acumulación de riquezas, manteniendo a sus pueblos subyugados en condiciones de pobreza y abandono, y los países que lograron independizarse de forma relativamente temprana, como Haití y la República Dominicana, conocieron procesos muy difíciles para el logro de la construcción de sus economías, el primero con mayores escollos que el segundo.  Otras islas alcanzaron su soberanía luego de la segunda mitad del siglo XX, como es el caso de la mayoría de los países que conforman la CARICOM y otras no han llegado aún a alcanzar su independencia y a constituirse en naciones soberanas, como Martinica, Guadalupe, Puerto Rico y Guyana.  Esta sinuosidad en los procesos de definición de economías nacionales ha dado a la región diferencias notables en sus respectivas formaciones sociales.

         Países caribeños como Haití y República Dominicana conocieron largas y cortas ocupaciones militares que trastocaron sus procesos internos de desarrollo.  El largo gobierno de ocupación extranjera en ambos países, de 1915 a 1934 en Haití, y del 1916 al 1924 en República Dominicana, debilitó o fortaleció según los casos las tendencias  de los procesos socio-económicos internos de ambos países.  En el caso dominicano, las transformaciones operadas desde 1844 a 1875 y luego del 1875 al 1930, de paso primero de economía de autoconsumo a una economía mercantil y de esta última a una economía capitalista, creó los fundamentos socio-económicos para que hoy la República Dominicana exhiba, con todas sus limitaciones, los niveles de progreso alcanzados. Así, ni la ocupación militar extranjera ni la larga dictadura de Trujillo (1930-1961) ni la inestabilidad política del período post trujillista y de segunda ocupación militar extranjera (1965) impidieron el proceso ininterrumpido del desarrollo capitalista dominicano.

         Sin embargo, Haití, primer país en zafarse de la esclavitud y segundo en América en alcanzar su independencia, conoció altas y bajas en su proceso de desarrollo mercantil, no ha definido aún un sistema catastral que permita establecer con claridad la naturaleza de la propiedad de la tierra, y la existencia de una economía mayormente informal, a lo que se suma la desestabilización constante de su régimen político, a lo interno, y la actitud de potencias capitalistas frente a sus afanes de superar su estado de deterioro, son factores que se han erigido en una retranca al proceso de desarrollo del capitalismo en dicha nación, manteniendo a su Estado con bajos niveles de recursos monetarios y reproduciendo importantes niveles de atraso desde el punto de vista capitalista. A estos factores internos y externos que han influido de manera negativa en Haití, se suma el daño causado a su vida material y humana por los innumerables eventos naturales que, en las condiciones descritas, lo han convertido en una de las naciones más vulnerables del mundo. Sólo la capacidad de resistencia del pueblo haitiano y su espíritu creativo, le han permitido sobrevivir y seguir aspirando a cambios profundos para el logro de su bienestar.

         Ahora bien, en las últimas tres décadas la mayoría de los países caribeños ha conocido una transformación de fondo: de región exportadora de materias primas, en particular productos agrícolas y en algunos casos mineros y de zonas francas industriales, se ha ido convirtiendo en exportadora de servicios, principalmente de turismo. Son pocos los países que conocen una economía más o menos diversificada y, por lo general, no han superado el estadio de productores de bienes de consumo.  Trinidad y Tobago, con su industria petroquímica y algunos rubros de industria pesada, es uno de los países que mayor grado de desarrollo, en esta materia, presenta en la región.

         En el plano de su historia, los países del Caribe presentan  similitudes en lo que respecta a la periodización de la misma.  Las islas se caracterizan por una historia común, que comprende el periodo en el cual dichas islas eran habitadas  por los indios tainos, arawaks y Caribe; el periodo de la conquista  y de la colonización; y el período de su vida independiente. Este último se inició hace pocos años, para los países que fueron colonizados por los  imperios británico, francés y holandés. La independencia ha sido conquistada mucho antes, en el siglo XIX, en el caso de la mayoría de los países colonizados por España.     Hay países que todavía no son independientes, tales como Martinica, Guadalupe, Puerto Rico, Saint Martin, Islas Vírgenes, etc., aunque vienen

La colonización revistió varios rostros, la de los españoles, la de los británicos, la de los franceses y la de los holandeses y difundió, en cada una de las islas y territorios subcontinentales, lenguas y expresiones culturales diferentes. En el plano de las lenguas, tenemos el Caribe de habla inglesa, el Caribe de habla francesa, el Caribe español y el holandés.  La región caribeña  está dividida geográficamente en múltiples territorios. Más que eso, está atomizado. El Caribe está dividido en términos de  culturas, lenguas,  expresiones culturales, costumbres, cultos religiosos. La región está dividida en el plano político-administrativo. Un número importante de países independientes y territorios que son todavía colonias de diferentes potencias europeas y en menor medida de los Estados Unidos de América.

 

Unas relaciones intrarregionales exigüas

 

         En el caso del arco insular,  a pesar de la poca distancia que  separa las islas, ir  de una a otra, por las deficiencias del transporte aéreo y marítimo, constituye  una odisea. Esas características influyen igualmente en los intercambios comerciales.  El transporte de mercancías es escaso en relación a las necesidades y a las propias ofertas.

En el plano comercial, los países tiene mayor relación con Los EEUU, con los países europeos y ahora hasta con Asia, en particular, con la República Popular de China,  que con los propios países vecinos. El intercambio intrarregional no supera, como promedio, 5% de sus intercambios generales.

 

Caribe (concepción tradicional o convencional) o Gran Caribe (concepción ampliada).  Los pueblos del Caribe se desconocen

 

 Tradicionalmente, el Caribe es identificado con Las Antillas o el arco Insular del Caribe. Una corriente de opinión cada día más difundida (por ejemplo, la Asociación de Estados del Caribe –AEC-) extiende por el contrario el concepto el Caribe a  todos los países bañados por el Mar Caribe. Así la expresión Gran Caribe, se utiliza para referirse a todos los países rivereños del Mar Caribe, incluyendo países de América Central y de América del Sur.  En realidad, el Caribe es más que sus islas, es también el Caribe subcontinental: Cartagena, Veracruz, Colón, San Pedro Sula, Puerto Limón, La Rivera Maya... Todos estos preciosos lugares no pueden ser vistos de otra manera que no sea como territorios del Caribe. Esto así, por su historia, por su cultura, por su geografía marina y, sobre todo, por su gente.

Las relaciones entre países y territorios caribeños son en cierta forma tan limitadas que sus pueblos se conocen muy poco entre sí  o son indiferentes ante sus realidades.  

Por ejemplo, podemos constatar que  grupos de países que hablan un idioma común desconocen en muchos de sus aspectos el grupo de países que habla otro idioma. Los países de habla inglesa, por ejemplo, ignoran muchas veces, en su forma de expresión y  en los hechos la existencia del Caribe de habla hispana. Las West Indies o  Indias Occidentales, el mismo Caribe es  considerado únicamente como el conjunto de los países de habla inglesa. Los pueblos de habla hispana también tienen una  visión escueta del Caribe. Más grandes en tamaño, los países cuyo idioma es el español dan muchas veces la espalda a los numerosos pequeños países anglófonos, por las diferencias en el idioma, en las expresiones culturales y quizás porque los ven como pequeños. La  CARICOM, que incluye a algunos países que no hablan el idioma inglés, tales como Haití y  Surinam, por ejemplo, no ve el Caribe más allá de los países que la integran. La CEPALC, organismo oficial de la ONU de estudio de la región latinoamericana, separa hoy en día la América Latina y El Caribe,  para darle importancia e identidad a la región caribeña.

En síntesis, las relaciones y conectividad entre las islas son débiles, incluso, a veces,  más que en siglos pasados. 

 A esa falta de comunicación de los pueblos entre sí, se le define hoy en día como falta de conectividad. Si adoptamos  dicho término, podríamos decir, pues, que una de las características de la región del Caribe  es su falta de conectividad.

 II.- Las economías del Caribe

1.- Características de sus economías

         El conjunto de las características descritas influye sobre la situación de las economías del Caribe.

         La situación de las  economías del Caribe está relacionada al tamaño de los países,  a su grado de dispersión  y poca comunicación entre sí, a su localización,  a los sectores económicos existentes, diversificados o no, a su nivel de atadura de las grandes potencias. Además,  la situación insular también influye sobre las economías.

 ituación geoestratégica: gran ventaja de las economías del Caribe

          El gran atributo de las economías caribeñas es sin lugar a dudas su situación geoestratégica.  Es una ventaja  desde el punto de vista comercial, de las inversiones, la circulación de capitales, el transporte y las migraciones.  Para dar un solo ejemplo, en el Caribe circulan más de 40 millones de personas por año.

 Las desventajas

          Las particularidades de la región Caribeña se reflejan a nivel de sus economías. La dimensión de las  economías  de la Región del Caribe es diversa por cuanto está a imagen y semejanza  del tamaño de los países, incluyendo su superficie y su población. En ese sentido, podemos dividirlas en 3 grupos:

                   1.- las economías que son consideradas de diminutas a pequeñas del arco insular,  llamadas las Pequeñas Economías Insulares del Caribe. Entre ellas las más pequeñas son las del Caribe Inglés, francés y holandés. 

                   2.- Las  islas hispano  parlantes y  los países  de América Central,  y

                   3.-  las 3 de Sur América que son las más grandes.

         Otra particularidad es que los países, y por tanto sus economías, están muy dispersas. Se habla de la atomización de las islas del Caribe y de sus economías. Esta característica no se establece  por la distancia  que existe entre estas, sino por la falta de comunicación, de transporte, y de conectividad, o sea la debilidad de las relaciones entre los países.

         Como vimos existe poco comercio intrarregional. Esto influye directamente sobre el movimiento comercial y de  la economía en general.

         Las instituciones que  agrupan varios países del Caribe, como CARICOM, OECE, AEC, suman cuantitativamente la producción de los países y las capacidades de estos a nivel económico,  establecen vínculos interinstitucionales e interestatales,  pero no conocen en los hechos un grado de integración que contribuya a incrementar los intercambios comerciales, la movilidad del capital financiero,  las inversiones de uno a otro  y el dinamismo económico en general.

         Aunque los tratados suelen incluir políticas económicas comunes, estas se aplican muy tímidamente en la práctica. Esto es obvio en las políticas de visas, para dar un ejemplo. En el seno de los organismos de integración,  las personas viajan, por lo regular, de un país a otro libremente, aunque entre ellos mismos existen problemas de circulación de personas. Pero el ciudadano  de un país que se encuentre fuera de esos mecanismos tiene que esperar bastante para poder viajar al país contemplado, salvo si se ha logrado establecer una política de reciprocidad en términos de visados.

         Las economías pequeñas, que tienen un  volumen de producción reducido, representan un mercado exiguo, una circulación monetaria de poco monto y son  muy vulnerables a los choques económicos externos, tales  como baja o alza  del precio del petróleo, crisis financiera internacional, baja del comercio mundial y movimientos migratorios.

         La mayoría de las  economías pequeñas del Caribe  dependen esencialmente de un solo producto: turismo,  petróleo y gas o  finanzas off shore. Esto hace que  sean  importadoras de casi todos los bienes  de consumo y equipos.   Con raras excepciones, actualmente las economías son poco dinámicas. Las tasas de crecimiento se sitúan entre 4% y  -10 %. El promedio es de 1 y 2% (Balance de Le Monde, 2016). 

         Todas las economías del Caribe con algunas excepciones presentan un alto nivel de endeudamiento. (La subregión América Latina es una de las que cuentan con mayores niveles de deuda en el mundo)

         Un alto funcionario de la CEPALC expresó que los países del Caribe, al igual que muchos de América Latina “están en una encrucijada para sostener su crecimiento y su capacidad distributiva en el futuro” y  apuntó que “se requiere lograr ganancias de productividad, que incluyen una diversificación productiva”.

         Muchas  economías del Caribe insular, sobre todo las más pequeñas, conocen una situación de insostenibilidad desde el punto de vista económico.

Son muy pequeñas en volumen  y valor, dependen todavía del extranjero para el consumo de su población,  para adquirir los capitales y  los equipos necesarios para desarrollar el sector que sostiene la economía.      

         Tienen poca mano de obra calificada y no calificada. De ahí que tengan que recurrir a la inmigración, que hoy por hoy representa beneficios por las remesas que genera, pero también nuevos desafíos.

         Sus Estados, principales actores en el plano social y de la redistribución del ingreso,  no tienen siempre la capacidad de hacer las obras de infraestructura y sociales requeridas por la población y la actividad económica. Aparte de los índices de desarrollo humano y de los índices de ingreso per cápita, existen pocas estadísticas sobre el  nivel de bienestar social de la población.

         Lo que sí está claro es que la pobreza en la región tiene niveles muy altos, así como un grado significativo de concentración de riquezas en pocas manos, por lo que las desigualdades sociales son ampliamente reconocidas y estas se constituyen en un motivo para levantar como estandarte la lucha por la equidad social.

         Mientras algunos países caribeños exhiben índices de desarrollo humano bastante elevados, lo que les permite ser clasificados como países de ingresos medios, estos conocen, en los hechos, una realidad compleja, con creciente desigualdad y exclusión social.  Para dar un ejemplo, podemos afirmar que hay países en la región que, de forma excepcional, tienen tasas elevadas de desempleo y niveles muy altos de pobreza, que van desde 14.5% en Jamaica hasta 28.8% en Santa Lucía y 37.7% en Grenada.

         Esta situación, según órganos relacionados a la seguridad de CARICOM, agrava el estado de inseguridad y criminalidad que conocen muchos de esos Estados. Esta pobreza está concentrada sobre todo en los centros urbanos. Y estos altos niveles de exclusión social son propios a prácticamente todos los países del Caribe, sus islas y territorios subcontinentales.

         Ahora bien, existe un  obstáculo  tanto o más importante que los señalados anteriormente que frena  significativamente el desarrollo de la región. Se trata de las tormentas tropicales, huracanes y terremotos, con todas sus secuelas de inundaciones, deslizamientos, destrucción de viviendas e infraestructuras viales, perdidas de vida, etc., que en un solo momento  destruyen  esfuerzos de sociedades y procesos económicos que se han forjado durante muchos años. Los efectos del llamado cambio climático tienen efectos devastadores sobre las islas del Caribe, constituyéndose por la elevación de las aguas del Mar Caribe y todos los fenómenos del riesgo de desastres en una de las zonas más vulnerables del mundo.

         La  situación de las economías caribeñas y los grandes choques ambientales que recibe la región constituyen los principales obstáculos al desarrollo de carácter duradero del Caribe.

 

III.- El Mar Caribe: patrimonio común de los Estados y pueblos caribeños

         El valor del Mar Caribe radica en la importancia que tiene tanto para los Estados, territorios y pueblos del Caribe como  para el mundo.

         El Mar Caribe es un patrimonio de todos los pueblos caribeños. El Mar Caribe  representa la mayor parte del potencial de que disponen los países caribeños para su desarrollo y del mismo  depende, en gran medida, la economía de la región: turismo, comercio, transporte, puertos, explotación de petróleo y gas, industria petroquímica,  reexportación,  pesca, etc. 

         En términos económicos, las aguas del Mar Caribe generaron a la región, en el 2012,  $407 billones, lo que representa más del 17% del Producto Interno Bruto del Caribe, incluidos los países del subcontinente. Tal como hemos dicho, esta enorme cantidad de dinero proviene de múltiples actividades, como, por ejemplo: transporte marítimo, turismo, producción de petróleo y gas, comercio y reexportación. 

         El Mar Caribe es el gran tesoro de sus países rivereños, pero constituye a la vez  su gran amenaza, por cuanto a través de la degradación de ese gran ecosistema,  se están  deteriorando las bases de la economía de las islas y de los territorios caribeños del subcontinente. 

         En el resumen ejecutivo  de la Primera. Reunión  de la Sub-Comisión Legal de la Comisión del Mar Caribe de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), celebrada el 13 de mayo de 2016 en Trinidad y Tobago, se establece  lo siguiente: “Sin duda alguna, el Mar Caribe es un área con valores especiales desde el punto de vista ecológico, económico, social y estético, no sólo para los pueblos de la región del Gran Caribe, sino también para la comunidad mundial. Sin embargo la sostenibilidad de los ecosistemas que producen estos bienes y servicios se ve amenazada por esas mismas actividades que generan ingresos  y aseguran la estabilidad económica, así como también por los impactos cada vez mayores del cambio climático. La región del Gran Caribe, como un Gran Ecosistema Marino con la mayor cantidad de estructuras geopolíticas de gobierno, más fronteras marítimas y mayor número de  Pequeños Estados Insulares en Desarrollo,  acoge una población que está unida por una dependencia  común de los bienes y servicios que ofrece el Mar Caribe para sus medios de subsistencia”.

         “El Mar Caribe es pues un recurso de vital importancia para el desarrollo sostenible de los Estados costeros caribeños’, concluye el documento de la AEC.

         Los daños ambientales que  contribuyen al deterioro del Mar Caribe son aquellos que afectan tanto  los ecosistemas costeros como las  áreas marinas en sí. Los  daños principales son:

                   1.- La sobre explotación  y sobrecarga de las costas  que conducen a su erosión y a la destrucción de los ecosistemas costeros como los manglares  y las  playas; y                

                   2.- La contaminación de las aguas y la degradación de los ecosistemas marinos (corales, fauna y flora marina en general)  por el arrojo de desechos sólidos y sobre todo nucleares al mar. 

         Todos se derivan del uso no sostenible de los recursos del Mar Caribe. No se aprovecha este recurso vital y compartido entre varios países de manera apropiada. 

         A este tipo de daños, se agregan, aquellos que provienen de los eventos naturales meteorológicos que golpean los países del Caribe prácticamente todos los años, y que vienen con su secuela de desastres –inundaciones, deslizamientos y hundimiento de  tierra, destrucción de viviendas y de infraestructuras,  pérdida de cosechas y naturalmente de vidas humanas. La falta de coordinación, aunque se hacen  esfuerzos, en las políticas de reducción del riesgo de desastres, impide que en el Caribe en su conjunto, el impacto  de los eventos naturales sea minimizado.

         El impacto de los fenómenos producidos por el cambio climático en general sobre los  territorios del Caribe, que por sus características son muy vulnerables,  puede ser muy fuerte, de consecuencias muy nefastas para su economía, su cultura y su proceso de vida natural.  Esta vulnerabilidad se expresa en aspectos muy problemáticos para sus habitantes y para sus actividades productivas, como por ejemplo:

                            a) crecimiento del nivel del mar

                            b) mayor intensidad de inundaciones y huracanes

                            c) una más rápida erosión costera

                            d) deterioro creciente de las barreras coralinas, y

                            e) presencia de especies invasoras y de fenómenos                                      imprevisibles  como el aumento,  fuera de control, de las                            algas sargazo.

 

IV.- Los  cambios que ha conocido la economía mundial y regional a partir de los años 1980 y sus efectos sobre las economías del Caribe

          ¿A qué se enfrentan las  economías caribeñas a nivel de la economía mundial?

         Desde la década de 1980, la economía mundial ha evolucionado en un sentido que le hace más difícil a  las economías caribeñas, dadas  sus características particulares,   ir más allá de ser economías de escaso desarrollo y lograr un desarrollo de carácter integral en el tiempo. A su  vez, dicha evolución le brinda nuevas oportunidades.

                   1.- De una economía productiva a una economía de servicios  

         De ser una economía esencialmente productora de bienes, la economía  mundial  ha evolucionado hacia una economía de servicios. El capital financiero internacional, con los organismos que responden a sus intereses, ha sido la palanca de este giro. En el marco  de los cambios que experimenta,  la pujante economía de servicios está relacionada  sobre todo a las nuevas tecnologías de información y comunicación,  a los servicios financieros,  al turismo y otros servicios.

         Como países que dependen en gran medida para su sostén de capitales extranjeros, las economías del Caribe sufren, quizás con la excepción de algunos territorios que se llaman paraísos fiscales,  del  auge de las nuevas modalidades del financiamiento y de la circulación del capital de carácter especulativo. Las burbujas que provoca ese tipo de actividad financiera y que dan la impresión de un auge en el crecimiento económico, cuando explotan, destruyen el capital o los ahorros de miles de ahorrantes y pequeñas empresas en favor del  incremento del capital acumulado por quienes contribuyeron a crear esa burbuja. En definitiva, estas llamadas burbujas no son más que estrategias diseñadas por el gran capital mundial para producir una acumulación mayor de los capitales en detrimento de pequeñas, medianas y hasta de grandes empresas nacionales.

                   2.- Las políticas de ajuste

         Al considerar que el Estado recibía y administraba una parte demasiado elevada   del PIB o Ingreso Nacional en desmedro de los beneficios del sector privado, los propietarios de grandes capitales internacionales y las organizaciones financieras internacionales y regionales, tales como el FMI, el Banco Mundial y el BID, orientaron a los países en la dirección de aumentar la participación del sector privado y disminuir la del Estado en la actividad económica. Dado el alto nivel de déficit fiscal y de endeudamiento público, esto se hizo a través de la recomendación, léase obligación,  de aplicar una política de ajuste, estabilización y austeridad que implicaba en los hechos reducir el gasto estatal en lo social y estimular el crecimiento de las empresas privadas. Estas políticas de ajuste afectaron a las economías caribeñas, tal como sucedió también con otros países de otras latitudes donde ese política fue aplicada.  El estancamiento de la producción y la reducción de los gastos sociales afectaron a muchos países del Caribe.

                   3.- La “globalización” y la carrera competitiva

         Con el aumento de las actividades y  el volumen de capitales envueltos, con  la concentración cada vez más intensa del capital y  la competencia por el control de los mercados, la lucha por aumentar la competitividad se ha exacerbado considerablemente. En ese contexto, son mayores los esfuerzos que se requieren para no quedarse atrás.

         En el sector turístico, la competencia es grande.   El sector turismo ha experimentado un extraordinario crecimiento, teniendo hoy un lugar preponderante en muchas economías del Caribe, insular y subcontinental. Así, en los últimos treinta años y, de manera particular, en los años que transcurren de este siglo XXI, importantes destinos turísticos han tomado preeminencia, como son Punta Cana, La Romana, Puerto Plata y otros en República Dominicana; Cancún y la Rivera Maya en Méjico; y, en los últimos 5 años, Cuba viene dando grandes saltos en esta área. Colombia ha tenido progresos notables en su oferta turística caribeña, pero no todavía al nivel de estos otros destinos. Los otros destinos, llamémoslos tradicionales, como Las Bahamas y las Islas Vírgenes  se mantienen   con una clientela selecta acostumbrada a un turismo de lujo.

         Las tecnologías de información y comunicación  que, de instrumentos para el crecimiento de la economía y de los negocios, se han transformado en sector de negocios  en sí y  siguen una carrera competitiva tal que afectan los procesos de desarrollo de pequeñas y medianas economías, por cuanto no logran alcanzar el mínimo de capital necesario para mantenerse en la competencia. El crecimiento incontenible del sector financiero crea una carrera competitiva tan pronunciada, que el riesgo financiero en el que se incurre es ahora la medida que se toma en cuenta para determinar la rentabilidad. Mientras más riesgo se corre, más rentable será la operación, hasta tal punto que los capitales de riesgo se han convertido en una categoría de capital y un verdadero mercado a través de los cuales se pueden hacer grandes y rentables operaciones. 

         En el sector financiero, los países y territorios  que  son centros financieros offshore tendrán probablemente que someterse a las regulaciones establecidas por las autoridades financieras internacionales para “controlar” los movimientos de capitales. Estas regulaciones probablemente impliquen una disminución de  sus ganancias y de su nivel de actividad.

                   4.- Lento crecimiento de las economías del mundo

         En el mundo, en casi todos los países, se ha presentado, después de la llamada crisis internacional, un periodo de bajo  crecimiento económico. Incluso los países llamados “emergentes”, después de sobresalir en la economía mundial como países muy dinámicos, conocen actualmente tasas equivalentes  a los países altamente desarrollados.

         La disminución del ritmo de crecimiento de la actividad  económica a nivel mundial repercute sobre los países del Caribe, disminuyendo, a su vez, las actividades caribeñas comerciales,  turísticas y aquellas que suplen los servicios de transporte, re-exportacion y otros a las compañías.  

         Estas son las principales características que han resultado de la evolución de la economía mundial desde 1980.

 Transformaciones recientes

          Como hemos visto, de forma muy sucinta, a partir de la década de 1980 se han producido grandes cambios.  Sus repercusiones van más allá de las fronteras de los países, y así estos entran en relación íntima con otras dinámicas del mundo.

         Otros fenómenos más recientes y más regionales han introducido una mayor complejidad a las sociedades caribeñas  Podemos resumirlos en los siguientes:

                   -Crecimiento desbordado del narcotráfico y del tráfico de armas, especialmente en Colombia, Jamaica y Méjico. Un importante número de islas, en un momento u otro, han servido de lugar de trasbordo, y el propio consumo de estupefacientes ilícitos se ha incrementado.

                    -Se han producido nuevas y hasta radicales transformaciones políticas: emergencia de la Venezuela, bautizada como socialista, creación de los grupos Alba y Petrocaribe, apertura de Cuba y reinicio de sus relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América.

                   -En el campo de la inversión, la República Popular de China viene efectuando en los últimos diez años significativas inversiones.  Este fenómeno se produce en por lo menos diez países del Caribe. Estas inversiones están destinadas, en lo esencial, a infraestructura vial y puertos. Venezuela, Jamaica y Cuba han construido sólidos vínculos económicos con la República Popular de China. Méjico no se queda atrás, y espera que estas relaciones con el gigante asiático conozcan en los próximos años un notable crecimiento.

                   -Para seguir con Méjico, hemos de destacar que esta gran nación promueve, a partir del año 2012, una nueva política exterior hacia el Caribe, puesto que la ha definido como una de sus prioridades.  Esto se ha traducido en cuantiosas inversiones en las islas caribeñas, dirigidas a proyectos de cooperación de carácter estratégico. Asimismo, Méjico ha estrechado sus relaciones de amistad con Cuba, lo que, sin lugar a dudas, se traducirá en un aumento significativo de las relaciones de comercio y de inversión.

                   -La expansión del Canal de Panamá trae como consecuencia directa un reordenamiento del comercio marítimo en el Caribe. En efecto, se están multiplicando las inversiones en los puertos del Caribe. La competencia ha adquirido una mayor intensidad e influirá en los cuantiosos o menores costos del comercio exterior de los países de la Cuenca.

                   -En los dos últimos decenios, se han agudizado los conflictos fronterizos y se han exacerbado los procesos migratorios. Los eventos que se produjeron en la frontera entre Colombia y Venezuela podrían reproducirse, de no tomarse medidas a tiempo, en otras geografías del Gran Caribe. Los movimientos migratorios irregulares están creando importantes fuentes de crisis, que podrían muy bien agravarse si no se reducen los factores socio-económicos que los generan.

 V.- Perspectivas, desafíos y soluciones

 ¿Qué perspectivas tiene el Caribe frente a la situación mundial? ¿Cuáles son sus desafíos? 

         Frente a una economía mundial cada vez más comunicada y como se le llama más globalizada,   en la que la carrera competitiva se ha desenfrenado y en la que la concentración y centralización de los capitales, sobre todo del capital financiero, es tan elevada, y las desigualdades en los niveles de vida que provoca ese fenómeno, y que hemos visto son el resultado negativo de esta evolución de la economía, el gran desafío que tiene la región caribeña por delante es hacerse fuerte económica, social , cultural  y ambientalmente; es lograr un desarrollo que sea duradero e integral.  La única manera  que puede contemplarse para  lograr enfrentar ese desafío es mediante  una integración amplia y sólida, que garantice el desarrollo armónico en cada uno de sus países y en toda la región del Mar Caribe. 

         Frente a una economía mundial cada vez más comunicada y más globalizada como dicen algunos, en la que la carrera competitiva se ha desenfrenado y en la que  la concentración y centralización de los capitales ha alcanzado niveles tan altos, sobre todo del capital financiero, y que las desigualdades en los niveles de vida que provocan esos fenómenos son tan asombrosas, todo lo que provoca resultados tan negativos en la evolución global de la economía, el gran desafío que tiene la región caribeña por delante es hacerse fuerte económica, social , cultural  y ambientalmente.  Es lograr un desarrollo duradero e integral.  A nuestro entender, la única forma que puede abrir el sendero para enfrentar ese desafío es mediante una integración amplia y sólida, que garantice el progreso de cada uno de los países y de la región del Caribe en su conjunto. 

         Tal como vimos, el Caribe tiene un gran potencial de desarrollo que debe ser aprovechado.

         Es cierto que existe una asimetría, una desigualdad, en el grado de desarrollo de los países del Caribe

         Algunos economistas  o especialistas en ciencias sociales dicen que las economías de las pequeñas islas del Caribe no son viables.  Nosotros decimos que las economías del Caribe, todas en mayor o menor medida, por la situación de sus economías, por los factores externos adversos y por los choques ambientales a los que han estado sometidas, no han podido alcanzar un desarrollo de carácter duradero.

          La integración: única vía para alcanzar el desarrollo integral del Caribe

          Hablar de integración en el Caribe es una cuestión que debe tocar en lo más profundo las fibras más sensibles de los sentimientos de todos y todas los caribeños. Los Estados y sus ministerios de relaciones exteriores, con sus jefes y funcionarios de misiones diplomáticas, están llamados a convertir los deseos de unidad de sus pueblos en una realidad, sin pérdida de tiempo, porque además así lo exigen nuestras realidades concretas y el entorno mundial.

         Hoy más que nunca tienen fuerza y valor los ideales de integración, de esos baluartes caribeños que llegaron incluso a hablar en el último cuarto del siglo XIX de una “federación de Estados del Caribe”.  Durante mucho tiempo, el dominio colonial y luego la injerencia imperialista hicieron casi imposible que estos nobles ideales se pusiesen en práctica. Sin embargo, desde hace más de cuarenta años la región ha venido alcanzando reales niveles de independencia y de autonomía en sus decisiones políticas, lo que le permiten aplicar medidas concretas que lleven a la región por el sendero de la integración.  Sus mecanismos de cooperación e integración aunque han jugado un papel positivo en este terreno, aún muestran un grado de dispersión que retarda el proceso de acercamiento y de definición de políticas comunes, incluyendo  el área de la defensa y de la seguridad. Así, nuevos factores han surgido desde 1990, en lo regional e internacional, que favorecen que la integración sea acelerada. Veamos.

         1. El desarrollo de nuevas tecnologías, que han ayudado a crear a bajo costo redes de información, de intercambios de experiencias y de articulación de esfuerzos, hacen que en los terrenos de la inversión, del comercio, de la industria, de la agricultura, de los flujos financieros, del turismo, del desarrollo educativo, del uso racional de los recursos naturales, de la disminución del riesgo de desastres y de la proyección de sus productos culturales, pueda la región avanzar con pasos más seguros de unidad, lo que le daría mayor fortaleza en todos los órdenes.
         2. La experiencia de la década de 1980 que, tras un endeudamiento exorbitante y pagos de intereses leoninos, condujo en cierta manera a hipotecar la soberanía de los Estados y a afectar seriamente los procesos productivos, así como a encadenar las políticas económicas de los Estados caribeños al carro de un neoliberalismo exacerbado, fue un fenómeno que debió servir de palanca al proceso de integración de la región.  Más, que en ese mismo período la Unión Europea mostraba, de una forma u otra, con sus fallas y sus logros,  el camino a seguir. Las economías de esta unión eran y siguen siendo desiguales, como distintos eran y son sus idiomas y sus formas de pensar y hasta de vivir.  Lo de la diversidad de las lenguas y de la cultura en general en el Caribe, por ejemplo, así como el hecho de constituirse sus sociedades tras largos procesos de colonización de potencias disímiles, no ha sido más que excusas para retardar el proceso de integración.
         3.  Los Estados Unidos de América que ejercían un control bastante grande sobre las economías caribeñas, en particular desde la segunda guerra mundial, sustituyéndose a potencias que habían pasado a ser de segunda y tercera categoría, ahora van perdiendo fuerza política a nivel mundial, lo que se ha venido reflejando en una especie de retirada lenta de América Latina y el Caribe.  Su política exterior, se ha concentrado en Europa, en el Medio Oriente y en Asia. Este fenómeno ha podido ayudar a aunar esfuerzos en la región y así avanzar en el proceso de integración.
         4. A partir de la década de 1990 y sobre todo desde inicio del presente siglo, y más al convertirse en la segunda potencia económica del mundo, con perspectivas no muy lejanas de ser la primera, la República Popular de China se ha venido involucrando en la región con compras masivas de materias primas y en proveer de financiamiento a muchos países de la zona. Este hecho, sumado al proceso de acercamiento de países como la India, Brasil, Rusia y África del Sur y otros Estados del mundo a la región, son favorables, siempre y cuando sean aprovechados de forma colectiva, al fortalecimiento de los mecanismos de diálogo, cooperación e integración del Caribe, sin que por ello deje el Caribe de fortalecer sus relaciones con Norteamérica, Europa, Oceanía y el continente africano.
         5. Los países del Caribe y de América Latina han creado desde 1974 y antes mecanismos importantes para la consecución de procesos de acercamiento y de integración de muchos de sus Estados: CARICOM, OECO –por sus siglas en inglés-, AEC, SICA, ALADI, Pacto Andino, Mercosur, Unasur, CELAC...

         Todos estos mecanismos, unos más que otros, han contribuido, repetimos, a acercar a los Estados, pero de forma muy insuficiente, y más cuando se trata de unir pueblos. Han sido, en lo esencial, mecanismos que han estrechado  nexos entre Estados y elevado el diálogo y la cooperación.  Y, a través de los mismos,  se ha promovido una cooperación más productiva del resto del mundo hacia la región.  Pero una cosa es la solidaridad, la  cooperación y el diálogo fraterno, y otra cosa es la creación de mecanismos reales, con acciones concretas de
integración. 

         Con una gama de productos regionales para venderlos como región en el exterior y con una multiplicidad de productos y servicios y tecnologías para profundizar el mercado intrarregional, el Caribe se haría más fuerte y sus poblaciones tendrían más oportunidad de salir de los niveles de pobreza, desempleo y exclusión social que hoy conocen. 

         ¿Cómo es posible que en el Caribe los intercambios intrarregionales no alcancen siquiera 5% de sus intercambios globales? Lo mismo sucede con los productos culturales.  En los EE.UU. se vende más la música particular de cada uno de nuestros países y territorios que en la región en su conjunto.

         Más, en esos mecanismos multilaterales que desdoblan muchas veces acciones y recursos no existen comisiones de trabajo para la cultura, que es, en definitiva, el elemento de comercio que podría proyectarnos con más fuerza a nivel mundial
         6. La conectividad marítima y aérea es un factor determinante en los procesos de acercamiento e integración de los países caribeños.  Se ha avanzado en esta materia, pero falta un largo recorrido para satisfacer una demanda creciente en medios de transporte que brinden servicios económicos y rápidos, y directos entre nuestros territorios.    

         Es necesario que en nuestras islas y territorios subcontinentales del Caribe se vuelva al cabotaje, que en siglos anteriores unió tanto a nuestras poblaciones indígenas.  Este cabotaje de hoy, así como el uso de embarcaciones medianas y pequeñas para el transporte de pasajeros y bienes, se constituiría en un elemento que dinamizaría las relaciones en el plano intrarregional. Existe también el problema del visado para muchos de nuestros países, lo que dificulta el libre tránsito de nuestros trabajadores, de los hombres y mujeres de empresa y también de académicos e investigadores.

         7. Los patrimonios culturales y naturales del Caribe son elementos claves para resaltar la trascendencia de que los países y territorios de la región avancen en el proceso de integración, que ya se ha convertido en una necesidad histórica, más en el marco de las intrincadas y complejas relaciones internacionales.
         En efecto, en el Caribe nos unen las artes plásticas, el teatro, la poesía, la literatura y las formas más variadas de composiciones y ritmos musicales.
         A través de nuestros artistas y escritores, y los hombres y mujeres que trabajan en las humanidades en general, tejemos el cuerpo social y recogemos las aspiraciones de los pueblos caribeños, provenientes de los trayectos históricos recorridos y de las hazañas de libertad emprendidas, en el sufrimiento, en el dolor y en la alegría, por cada territorio y por las nacionalidades que se han forjado, con idiomas, tradiciones, regímenes políticos y socio-económicos distintos.  Pero también con aspectos relevantes que dan a nuestras poblaciones y espacios geográficos una unicidad, una cierta identidad, reflejada de
manera muy especial en ese patrimonio común: el Mar Caribe.
         Así, por ejemplo, insistimos, la música caribeña es algo que nos une y nos distingue en el mundo: la salsa, el regué, el merengue, la bachata, el Calipso, el ballenato, la cumbia, el compas...
         8. Las riquezas naturales del Caribe, que adquieren un fulgor único con sus soleados y verdes paisajes, y su diversidad biológica, y con las formas auténticas de existencia de sus poblaciones, deben ser no sólo preservadas, sino cuidadas para que todo su colorido vuelva a alcanzar su intensidad y belleza de antaño. En ese sentido, se impone que la región piense
en un plan de ordenamiento que incluya, de forma específica, los sistemas costero-marinos y la salvaguarda de las cuencas hidrográficas, así como sus ríos, y los bosques, y su fauna y flora.
         De este ordenamiento depende en gran medida el carácter duradero del turismo y ecoturismo de la región, pero sobre todo el equilibrio ecológico de sus variados ecosistemas.
         Este ordenamiento debe partir de una concepción de economía diversificada, según las posibilidades de cada isla y de cada territorio caribeño de Centro América y del subcontinente.

         9. La segmentación del Caribe, sobre todo en lo que respecta al arco insular, ha provocado a la vez una variedad de respuestas, segmentadas, en el importante sector energético de la región, lo que a su vez trae como consecuencia, para la mayoría de sus países, costos de operación y diversificación más altos.
         El Caribe está siendo conducido al uso del gas natural, para tener una generación de energía más limpia, lo que favorece al turismo y preserva el medio ambiente.
         En efecto, entre más pequeño es el proyecto energético, más cara es la energía y, por tanto, menos asequible a la población y a la producción.
         Para dar un ejemplo, una terminal pequeña de gas natural cuesta ciento cincuenta millones de US$.  Barbados, por ejemplo, tiene gas natural, pero su operatividad saldría muy cara.
         En el Mar Báltico se han comenzado a desarrollar nuevas tecnologías para viabilizar el uso de gas natural.
         La industria energética, lo sabemos, es de largo plazo y requiere de la inversión de capitales intensivos.  En ese sentido, los Estados deben buscar alianzas duraderas con el sector privado, local e internacional, para articular infraestructuras energéticas también permanentes para toda la región.  Estas alianzas, sin duda, disminuirán costos y permitirán que la región tenga acceso a las tecnologías más avanzadas del mundo.
         Nuestras universidades y centros de investigación deben consagrar más espacio al mundo de la energía, formando recursos humanos que nos permitan avanzar en la soberanía energética y definir un futuro más seguro en el campo energético. El potencial en recursos naturales energéticos de la región es grande, en particular en lo solar, en lo eólico, y en el uso del gas natural y otras fuentes limpias de energía.
         La cohesión social entre lo público y privado, sin que esto suponga que las clases y categorías sociales abandonen sus propios intereses, es clave para la definición, individual y colectiva, de un sistema energético que vaya en la dirección de satisfacer la demanda creciente de energía. Esto exige, además, un duradero y eficiente poder de generación de energía.
         Para dar un solo ejemplo, la República Dominicana ha pasado en su producción de energía eléctrica de unos seiscientos megavatios hace veinte años a 3,662 MW en la actualidad, sin incluir el gran esfuerzo que está haciendo el gobierno dominicano para dotar al país en los próximos meses de setecientos MW más. Y aún así, su energía sigue siendo cara y todavía no satisface completamente las expectativas del propio desarrollo socio-económico que se verifica en esta nación caribeña.  Muchas son las plantas eléctricas que han hecho una conversión del combustible fósil al gas natural y es que en República Dominicana se está más consciente cada día de la importancia que tiene mantener el medio ambiente limpio, lo que está demandando también un ordenamiento de todo el sistema vehicular y de transporte de esa nación. Habría que agregar, que el objetivo de alcanzar en los próximos años diez millones de turistas, es algo que se constituye en un gran desafío para la República Dominicana en materia energética y de medio ambiente. Más, la República Dominicana es ya el primer Hub de gas natural licuado  en la región, compitiendo en esta materia con la República hermana de Panamá.

         10.  Fortalecer la diplomacia, pero con un carácter pro activo, que no se limite a los discursos de solidaridad, sino que promueva la integración de esta diversidad de realidades y de aspectos comunes que nos constituyen en una región muy particular del mundo. Que atraiga todo lo mejor del mundo a la región.  Nuestros Embajadores, nuestros funcionarios del servicio exterior, nuestros artistas, nuestros literatos y nuestras universidades y centros de formación e investigación en general, nuestras cámaras de comercio y nuestros sindicatos de trabajadores y asociaciones campesinas deben aunar esfuerzos para conquistar peldaños de mejoría de nuestras economías y tener una posición clara para el logro de la integración.

 A modo de conclusión

          Ante este breve recorrido por la historia, la economía, lo social, cultural y político, y las circunstancias que adornan el Caribe actual,  podríamos llegar a una gran conclusión en forma de preguntas: ¿Las sociedades del Caribe están acaso viviendo  uno de esos momentos de transformaciones de orden político, económico, social y ambiental que van en la dirección de afectar de forma desfavorable a todos sus pueblos? O ¿acaso están las sociedades caribeñas preparando las condiciones para dar un salto cualitativo en sus formas de vida, que lleven bienestar y seguridad a sus laboriosas poblaciones? 

         Lo cierto es que se está viviendo un momento de enormes riesgos y desafíos, pero también de muchas oportunidades.

         En este sentido, es bueno, es saludable, concederle la máxima prioridad al análisis que demanda esta multiplicidad de situaciones, para definir políticas adecuadas, coherentes y basadas en una gestión transparente, pública y privada, que articulen todos los esfuerzos, voluntades y capacidades de las sociedades caribeñas.  Y entender, de una vez por toda, y por todos los habitantes de la región,  que lo que acontezca en cualquier parte del Caribe en el futuro cercano nos afectará a todos, según las circunstancias, de forma negativa o positiva.

         Aparte del comercio, de la inversión y de la tecnología, el Caribe tiene las herramientas de sus más diversas manifestaciones culturales, las cuales constituyen un motor clave para el acercamiento de sus Estados y pueblos, y para elevar los niveles de formación y creatividad de sus habitantes.

         El Mar Caribe, que ha sido el cordón umbilical de la formación de nuestras sociedades a través de los tiempos, necesita hoy de las islas que como rosario de luces adornan sus aguas y de las tierras subcontinentales que se han alimentado de su riqueza y vaivenes de gloria, para que juntos, los pueblos caribeños, lo protejan, lo valoren y le den el statu de zona especial que merece.

         Ya es tiempo, pues, de que el Caribe se unifique, se integre, se lance con una visión de mundo fraterno y de progreso de pueblos hacia la conquista de estadios superiores de desarrollo y auténtica felicidad.

 

Gracias.-

Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (CEAPRC), San Juan, Puerto Rico, martes 18 de octubre, 2016. 7:00 p.m.

 

                                      Dres. José A. Serulle Ramia y Jacqueline Boin