Discernir es tener cordura, sensatez y práctica de buen juicio; es juzgar con reflexión; más bien, es comprender para actuar correctamente, y para comprender se debe analizar, obtener conocimientos fehacientes, dialogar, escuchar otras opciones o consideraciones, clasificar los datos adquiridos, y conceder el lugar que lógicamente responde a la verdad.
Al discernir todo el material objetivo disponible obtenidos de las fuentes confiables, o que parecen concluyentes y verificables por tener explicaciones objetivas estos deben ser ordenados y clasificados; además, se debe percibir las causas que pudieron influir en los acontecimientos y/o acciones, tomando en cuenta el medio ambiente social e imperio político.
Para discernir y juzgar conscientemente se enfatiza que es necesario hacer un análisis crítico y reflexivo, tomando en consideración las causas y consecuencias, en fin, hay que comprender, y no juzgar ligeramente.
Hay ejemplos didácticos que pueden ser luces para discernir y juzgar debidamente:
a) El juicio del profeta Natán al reprender al rey David por la felonía del adulterio con Betsabé, la
esposa de Urías (II de Samuel 11 y 12: 1-16).
b) La actitud de Jesús frente a la mujer encontrada en adulterio, y fue resuelto el caso al declarar “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que tire la primera piedra” (Juan 8:1.1l).
c) La presentación de la defensa de Pablo ante el rey Agripa (Hechos 26: 1-32).
d) Y el malogrado juicio de Jesús ante Poncio Pilato (5Marcos 15: 2-5; Lucas 23: 3-5; Juan 18::33-38)
En este momento histórico, hay numerosos casos que se ventilan en el Ministerio Público, y se presume que los fiscales y jueces tendrán las capacidades, integridad moral y discernimiento para tomar las decisiones con cordura y de manera objetivamente justa.