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Opinión | Por Riamny Méndez Féliz

Hay saberes ancestrales útiles para la restauración y el cuidado de ecosistemas, la tarea más urgente de nuestro tiempo si queremos al menos vislumbrar, imaginar la posibilidad de un futuro habitable.

La Articulación Continental de Mujeres de la Coordinadora Latinoamericana de Trabajadores del Campo (CLOC/LVC) publicó el libro “Feminismo campesino popular: acción y pensamiento de lucha de las mujeres del campo, indígenas y afrodescendientes. Esta obra tiene reflexiones sobre dos asuntos fundamentales para América Latina y el Caribe: la soberanía alimentaria pensada desde la agroecología, y en general, desde el cuidado del ambiente; y la construcción de la justicia social para todos y todas.

Entre tantos discursos ultranacionalistas vacíos y llamados a la soberanía sobre tierra arrasada por la destrucción de bosques y zonas costeras, las mujeres del campo nos invitan a poner, otra vez, los pies en la tierra. Ningún pueblo, especialmente en el Caribe, podrá sostenerse sin repensar sus modelos productivos para cuidar el suelo que habita y la comida que cultiva, mientras sufrimos el calentamiento global.

La verdadera soberanía para un país insular reside en la conservación de sus recursos naturales, en poder decidir cómo mantener y cuidar su tierra fértil, su zona de pesca, el acceso de su gente a sus playas.

En la Vía Campesina definen la seguridad alimentaria como: “El derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo”.

Una de las propuestas políticas que impulsa la participación de las mujeres en la construcción de la soberanía alimentaria es el Feminismo Campesino Popular.

“El Feminismo Campesino Popular es construido por mujeres campesinas, pescadoras, indígenas y negras. Surge para nombrar las luchas de las mujeres latinoamericanas y caribeñas, y se extiende al mundo entero para dar unidad a la diversidad. Tenemos diversas formas de vivir, diferentes tipos de relación con la naturaleza, pero compartimos la lucha por la autonomía de la mujer, el derecho a vivir sin violencia, la agroecología, la soberanía alimentaria, la defensa de la tierra, el territorio y la naturaleza como elementos fundadores de la nueva sociedad que queremos construir”, indican las lideresas en la obra colectiva presentada en Santo Domingo.

Las agricultoras proponen un abordaje de la realidad en su conjunto, sin separarla en partes, como se hace en las universidades, y con frecuencia, también en las organizaciones sociales y en los gobiernos.

En su libro advierten que se necesita una nueva mirada que no separe falsamente el cuidado de la tierra del cuidado de los seres humanos y de la construcción de sociedades justas, libres de racismo, sexismo y de las múltiples opresiones del mundo contemporáneo. A la vez, recuerdan que hay saberes ancestrales útiles para la restauración y el cuidado de ecosistemas, la tarea más urgente de nuestro tiempo si queremos al menos vislumbrar, imaginar la posibilidad de un futuro habitable.

“Construimos históricamente la agroecología. Esta es y debe ser una propuesta política que reconozca y promueva las prácticas históricas y sociales de las mujeres en la agricultura y en la producción de alimentos sanos. La agroecología no existe sin el campesinado, sin que los pueblos del campo, de las selvas y de las aguas la experimenten, la construyan en su cotidiano. Es el conocimiento generado con esta experiencia lo que hace a la soberanía alimentaria”, concluyen.

No hay que estar de acuerdo con todas las ideas del libro, pero es un buen punto de referencia para pensar en otras formas de relacionarse con la naturaleza y la producción de alimentos en territorios que como el nuestro están tan amenazados por el cambio climático.

Marginadas por años, estigmatizadas como ignorantes en productos de entretenimiento de todo el continente, la sabiduría que han acumulado durante generaciones las mujeres agricultoras, y que ha pasado de generación en generación puede ser clave para nuestra sobrevivencia. En gran medida de ellas depende que las próximas generaciones lleven a su mesa el plato de arroz con habichuelas que hoy damos por sentado.

 *Canoa Púrpura, es la columna del proyecto periodístico de Colectiva Púrpura y de su podcast Libertarias, que se transmite por La República Radio.