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Opinión | Doctor Nelson Figueroa Rodríguez/abogado y consultor internacional

La Constitución de la República Dominicana nos confiere a todos y todas los ciudadanos y las ciudadanas el sagrado derecho de elegir, a través del cual quedamos facultados y facultadas para ejercer el sufragio y con esta acción, delegamos nuestro poder de decisión en las autoridades nacionales, provinciales y municipales que tienen el deber y la obligación de representarnos.

El derecho de ser elegido según nuestra normativa jurídica solo podemos hacerlo a través de los partidos, movimientos y agrupaciones políticas, que son los llamados a postular aquellos y aquellas interesados e interesadas en ocupar uno de los 4,113 cargos electivos   que estarán disponibles para estas elecciones; los cuales se encargaran de la administración de la cosa pública y con esta elección les conferimos a los electos y las electas  nuestra representatividad, a los cuales están obligados y obligadas a rendirnos  cuentas de sus acciones.   

De este total de cargos electivos elegimos al/a Presidente/a y Vice Presidenta/a de la República en representación del Poder Ejecutivo; al igual que al  poder Legislativo compuestos por Senadores/as y Diputados/as,  de los cuales elegimos 32 senadores/as, 178 diputados/as, 05 diputado/as nacionales, 7 diputados/as  del exterior y 40 diputados/as al Parlamento Centro Americano (PARLACEN), 20 titulares y 20 suplentes; además, elegimos 3,849  representantes de los Municipios o Ayuntamientos comprendidos por 158 Alcaldes/a, 158 vice Alcaldes/a, 1,164 Regidores/as,  1,164 suplentes de regidores/as  235 directores/as,  235 Subdirectores/ as y 735  vocales.

Visto que los partidos políticos son el instrumento  con lo que cuenta la democracia para poder acceder a los puestos de elección popular en la administración pública, de ahí se desprende que estas agrupaciones están llamadas a ser un referente de modelo de conducta, con acciones diáfanas y traslucidas,  deben ser paradigma de la moralidad y  las buenas costumbres,  ser respetuosos de las normas jurídicas que rigen la nación,  sus acciones deben estar  fundamentadas en ideas que procuren  la holgura  del colectivo, la  promoción y defensa del interés nacional, basadas en pensamientos ideológicos, en  idearios  que pretendan  el desarrollo del país, están llamadas a ser  un referente de la patria ,  para que en cada torneo electoral la población tenga la confianza de  ejercer el sagrado  deber del votar.

Pero lo que hemos visto en las últimas décadas .es que los partidos políticos son instituciones carentes de ideologías y de vocación de servicio en favor del colectivo nacional, donde se manifiesta un monumento a los deshonrados, una caravana de amoralidad, un circo de deslealtades, una pantomima disfrazada de principios, con sus honrosas excepciones, vemos  como los actores del fórum se mueven de un lado a otro del escenario, siendo “distintos”  con solo cambiar el color de preferencia; tal cual  hacen los llamados partidos emergentes o minoritarios, los cuales se mueven en función del presupuesto nacional,  lo importante no es servir , sino servirse,  acción que ha ido en desmedro del sistema de partido y del interés de la población en la participación , ya que los mismos carecen de la credibilidad para que sea delegada la representatividad.

Vemos a diario como en función de la posición ostentada en determinados momentos  donde se encuentren los partidos, (oposición o  partido de gobierno) , cambian los discursos, lo que ayer eran criticas hoy son justificaciones y los que ayer justificábamos , hoy lo criticamos, como se burlan  de la población legislando para sus propios beneficios e intereses , si darse cuenta que están socavando los cimientos del sistema democrático , de ahí la desconexión de los y las  jóvenes con el sistema de partidos, el desinterés de una parte  de la poblacion por la política partidaria, en vista de  que los partidos políticos se han convertidos, en un trampolín para adquirir riquezas, donde todos los piratas van detrás de asaltar el tesoro nacional pues si bien tenemos el deber de votar, los partidos,  movimientos y agrupaciones políticas con sus accionar   tienen ganarse  ese derecho.