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Opinión | Riamny María Méndez Féliz

No sé si lo han notado, pero vivimos en una isla que compartimos con otro país. A veces el inconsciente nos traiciona y decimos “las dos islas”. He escuchado el error en personas de las más variadas ideologías, formaciones académicas y clases sociales.

Aunque tenemos el conocimiento geográfico y político de lugar, nos traicionan años de ignorar nuestra realidad insular y los retos ambientales que supone. Nos enfrentamos al cambio climático que afectará duramente a los pequeños estados insulares, como ha confirmado la comunidad científica.

El cambio climático, que agrava, por ejemplo, los efectos de los ciclones y tormentas en todo el Caribe, especialmente en ciudades con grandes desigualdades sociales y mala gestión del territorio, es y seguirá siendo una variable fundamental en nuestras vidas y afectará la política, la economía, la producción de alimentos en territorios que ya enfrentan graves problemas ambientales, que afectan temas como la disponibilidad del agua.

Ante este panorama, ¿podemos darnos el lujo de ignorar la política y el debate de las ideas? No se trata solo de abstracciones, necesitamos entender cómo sobreviviremos, de dónde saldrá el agua que beberemos en diez años, qué tipo de trabajos se impulsarán, tanto para garantizar el cuidado del ambiente como los derechos sociales, todo esto en un contexto internacional volátil.

En este escenario, ¿podemos darnos el lujo de no debatir ideas para gestionar el Estado? ¿Podemos seguir aceptando como buena y válida una campaña electoral de consignas vacías o excluir de los debates a candidatos y candidatas solo por ser de partidos minoritarios?

No se trata solo de quién ganará o perderá, sino de cómo vamos a gestionar temas demasiado urgentes, relacionados con nuestra propia sobrevivencia, no solo con el futuro de los nietos, sino con nuestro presente.  Las ideas de quienes no resulten electos, electas también pueden ser necesarias para autoridades gubernamentales, organizaciones sociales y comunidades. Necesitamos escucharnos, debatir y consensuar en la campaña y más allá de la campaña.

Así que la exclusión del debate organizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) de Virginia Antares y María Teresa Cabrera es una oportunidad perdida para escuchar ideas frescas, novedosas y necesarias para un país que enfrenta retos demasiado grandes y que parece estar demasiado distraído de su propia realidad.

Como votantes, tenemos todavía más de un mes para comparar propuestas y hacer un voto más consciente, uno que parta de la idea de que no podemos seguir pensando como ciudadanos, ciudadanas de tierra continental, mientras nos quedamos sin tiempo para salvar recursos fundamentales de un país ubicado en una isla compartida. No podemos seguir actuando como cuando nos distraemos y decimos “las dos islas” o cuando de paso nos olvidamos de que estamos en una isla y pensamos, y peor, actuamos, como si nuestra República se encontrara en tierra continental, con recursos ilimitados.

Y como este, hay muchos otros problemas sociales y económicos que abordar: ¿Cómo nos vamos a pensionar? ¿Qué vamos a hacer con el tránsito? ¿Cómo vamos a gestionar la seguridad pública? ¿Qué acciones hay que tomar para frenar la violencia machista en un país que se encuentra entre las naciones con la tasa más alta de feminicidios de América Latina y El Caribe?

¿Vamos a dejar que quienes hablan de “ideología de género” marquen el ritmo del debate o nos vamos a preocupar por la seguridad del barrio, el agua del río o la vida de las mujeres? No tenemos mucho tiempo para llegar a la adultez ciudadana, tenemos que asumir responsabilidad ahora. Y hay que empezar por escuchar, debatir y compartir las ideas para enfrentar los problemas reales de este país ubicado en una isla compartida.

* La Canoa púrpura es la columna de Libertarias, segmento de feminismos, derechos y nuevas masculinidades que se transmite en La República Radio

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