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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

En el año 2015, Naciones Unidas en conjunto con países aliados, diseñó y desarrolló una escala de principios, con los cuales, por orden de prioridad, pretendían afrontar los principales males sociales, de los cuales son objeto la mayoría de los países del mundo. 

 Estos principios, denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible u (ODS), trazaron un plan maestro enfocado en luchar de manera conjunta por alcanzar un futuro más sostenible e inclusive para todos/as en 17 áreas específicas, que se citan en la siguiente imagen: 

Como es de esperarse, no todos los países socios presentan el mismo nivel de avance en lo que respecto a los 17 objetivos de desarrollo, lo cual se debe a diversas causas, relacionadas con aspectos socioeconómicos, situaciones geopolíticas y otras totalmente impredecibles como la recién pasada Pandemia del COVID-19. 

Estas variantes, han obligado la modificación de rutas previstas y, por ende, han incidido en la obtención de resultados favorables, que se traduce en regresión y estancamiento del desarrollo y calidad de vida de la gente, incluyendo las nuevas generaciones.  

De todos los Objetivos de Desarrollo, el No. 15, que refiere “La acción por el clima”, puede ser considerado el más importante, en vista de que impactan de manera transversal los demás objetivos, sin embargo, es el objetivo que ha encontrado más resistencia en los países desarrollados, en vista de que para asumir el mismo, se requiere realizar una serie de transformaciones, que un principio, requerirá de inversión de recursos económicos y un cambio total de la metodología para gestionar los recursos naturales, que en muchos casos, no están dispuestos afrontar. 

El gran problema radica en que tanto los Objetivos de Desarrollo Sostenible como la cantidad de políticas y reportes medioambientales disponibles, son de aplicación voluntaria, es decir, que ni siquiera los países más contaminantes (y más ricos) del mundo, tienen la obligación (ordenada por algún organismo internacional) de cumplir con lineamientos que garanticen una mejor gestión de los recursos naturales y el medio ambiente y que suelen ser modificadas a conveniencia o simplemente, es una decisión abierta, no querer cumplirlas.

Anterior al diseño de los ODS, desde el año 1972, fueron múltiples las cumbres y acuerdos ambientales realizados, y no fue hasta el acuerdo de Paris en 2015 cuando se tuvieron que bajar las expectativas y, en definitiva, establecer una línea general, enfocada en el mantenimiento de la temperatura global por debajo de 2 grados Celsius con respecto a los niveles preindustriales. El acuerdo también aspira a reforzar la capacidad de los países para lidiar con los efectos del cambio climático mediante flujos financieros apropiados, un nuevo marco tecnológico y un marco de desarrollo de la capacidad mejorado.

En lo que va del año 2023, han sido muchos los eventos naturales con tipología devastadora, que nunca podrán ser olvidados y sin dudas, pasarán a la historia. 

En mayo pasado, en el Congo, las fuertes lluvias desbordaron los ríos y provocaron desprendimientos de tierra que sepultaron unas 3,000 casas en la rivera del lago Kivu. Más de 5,000 personas permanecían desaparecidas.  

Según los investigadores del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS, por sus siglas en inglés) de la NASA, en Nueva York, julio de 2023 fue el mes más caluroso de todos los que se han registrado en el registro de temperaturas mundiales. 

En Canadá, los incendios forestales se han extendido por miles de porciones de tierra, trascendiendo sus efectos hasta la ciudad de New York, provocando mala calidad del aire y con ello, el desarrollo o agravamiento de enfermedades en poblaciones vulnerables. 

Doloroso el más reciente caso, iniciado a principio de agosto/2023, donde una serie de incendios forestales se extendía por toda la mitológica isla hawaiana, Maui, dejando un saldo de al menos 114 personas fallecidas y 850 se encuentran desaparecidas. 

Hoy 21 de agosto de 2013, un convulso lunes arropa el Atlántico con 4 tormentas a la vista y una de ella, con amenaza de impactar de manera directa nuestra República Dominicana.

Mientras, algunos sectores y grandes potencias continúan enriqueciéndose y construyendo relaciones sociales desiguales, todos/as viviremos las consecuencias de un cambio climático, que ha juzgar por los hechos, ya no tiene reversa.