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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Los dominicanos tienen por costumbre votar por el candidato que ellos creen que va a ganar. Por eso cuando febrero dialoga con mayo las máscaras se limpian con agua jabonosa y se guardan en el closet.

Los candidatos municipales del PLD sufrieron un golpe demoledor con la suspensión momentánea de las elecciones municipales de febrero 2020. El efecto se extendió hasta tres meses después cuando el PRM los barrió en los comicios presidenciales de mayo.

Se recuerda el lío que se armó dentro del partido morado tratando de explicar que la suspensión se debió a fallas de la Junta Central Electoral. Que ellos no tuvieron velas en ese entierro. Pero nadie les creyó.

El PRM ganó la mayoría de alcaldes a todo lo largo y ancho del país. El PLD tuvo que conformarse con ganar la mayoría de los distritos municipales. Como se dice en el barrio, algo es algo.

Las consecuencias de los resultados finales de las elecciones municipales de 2020 no surtieron efectos negativos en la Fuerza del Pueblo. Los leonelistas, que empujaron al PLD al pozo, se beneficiaron de la debacle y se convirtieron en aliados aventajados del PRM.

En las elecciones venideras, no obstante, la situación luce diferente. A cada partido le tocará cobrar su cuota de manera individual. El escrutinio será manual, los colegios electorales serán el termómetro que marcará el arrastre de los contendores.

El Partido Revolucionario Moderno

El partido oficialista llegará a febrero con la faja de campeón puesta. Si sorprende con el colorido del atuendo y amenaza con dar piquetes en los ojos blandiendo su dedo pulgar como una espuela, sus opositores tendrán que cuidarse, porque las mediciones colocan la cuadra gobernante en la primera esquina del cuadrilátero. Y el presupuesto para sostener la posición es un buen estímulo y parece inagotable.

El Partido de la Liberación Dominicana

La cuadra morada está en desventaja frente a sus contendores. La excelente imagen negativa ganada en buena lid es difícil de borrar en sólo cuatro años. Todos recuerdan que, en su momento de gloria —muy largo, por cierto—, arrasó con todo lo que encontró.

Pero los peledeista tienen la pericia para confeccionar una careta que confunda un segmento electoral y así pactar una alianza sorpresiva. Con el destello de su estrella amarilla combinada con el color verde, sobre su fondo morado, resultaría una máscara resplandeciente.

Tendrán, entonces, que ser creativos y arriesgarse a desinflar sus egos, lamerse sus heridas y ponerse curitas.

La Fuerza del Pueblo

La FUPU tiene ganada su buena reputación por el excelente trabajo realizado por su líder. El León llegó al gobierno siendo en la práctica un mozalbete y cuando salió estaba lleno de canas. Tiene la ventaja de que en sus doce años de gobierno no se robó un solo peso, sino sacos enteros llenos de ellos.

Prefirió pagar en vez de matar. Ahora quiere algo diferente: pagar para matar la soledad, su insoportable soledad. ¡Cuánta falta hace el poder! Dianche.

Pero atraer a los ciudadanos hasta los colegios electorales, persuadirlo a que voten en las elecciones municipales, puede resultar traumático por lo costoso del evento y el riesgo de quedarse sin combustibles para las generales de mayo.

Ahí radica, precisamente, la importancia estratégica de las elecciones municipales. El partido que logre el segundo lugar le tocará una tarea difícil. Por un lado, deberá reforzar las cuadras aliadas. Por el otro lado, tendrán que dar muchos saltos en el aire, muchas volteretas y patadas voladoras con el propósito de desviar la atención del que se alzó con el primer lugar en la contienda de medio término.