El bullarengue es un género musical y una danza de la Costa Caribe de Colombia y de la provincia de Darién, Panamá.
En Colombia es ejecutado principalmente por los actuales descendientes de los cimarrones que habitaron el Palenque de San Basilio. En el país "bullarengue" significa "pollerón" (falda grande, usada especialmente en fiestas).
En Panamá es propio del palenque del Mamoní o Santiago del Príncipe y la tribu de los mandinga de Kuna Yala, que se extendieron hasta el Darién histórico. En este país se entiende que la palabra "bullerengue" viene de la unión de "bulla" y "arenga", o sea, "bullarenga".
El bullarengue colombiano se caracteriza por ser un baile cantado, cuya danza es de mujeres solamente, de indudable ancestro africano, al parecer desprendida de las costumbres rituales del Palenque de San Basilio, formando parte de los actos de iniciación de las jóvenes a la pubertad, tomando como referencia a Cartagena.
A pesar de que los ritmos tradicionales de la costa se aprenden, estos no se enseñaban anteriormente, solo hasta hace algunos años con la creación de festivales y escuelas de música tradicional en algunos pueblos como María la baja, Puerto escondido, Necocli y San Juan de Urabá, donde en la actualidad se están implementando algunas metodologías de formación occidental, tomadas de la educación formal escolarizada (Lara, María 2004).
De acuerdo a nuestra experiencia en celebraciones y manifestaciones en diferentes pueblos palanqueros, como asiduo visitante al país y en las que hemos trabajados observación participante, las viejas cantadoras y tamboreras, como les llaman, nos dijeron que aprendieron con un familiar muy cercano o una amiga, que a su vez aprendió de otro familiar u otra amiga, por eso podemos ver que estos músicos son fruto de una larga herencia musical, que se va conectando de generación en generación.
El bullerengue surge con la venida de los esclavos a Cartagena de Indias, los cuales utilizaban tambores hembra y llamador, aunque las mujeres utilizaban las denominadas polleronas. Por medio de esta bulla de tambores y palmas también celebraban su libertad como esclavos, que muchas veces como ocurría en otras poblaciones afrodescendientes, lo realizaban a escondidas, de manera especial en horas de la noche y madrugadas o cuando sus amos no estaban presentes, ya que hacerlo delante de ellos o en tiempo de jornada laboral, conllevaba que fueran reprimidos severamente, causándoles hasta la muerte. Así nos cuenta la vieja Josefa, cantadora, líder y enseñadora de toda una vida en su palenque.
Ella nos manifiesta que las cantadoras, bailadoras y tamboreras nunca dejan de aprender y solo cuando son veteranas, son realmente reconocidas dentro de la comunidad como buenas bullerengueras.
Durante sus visitas a otros pueblos y hoy en día en la participación a festivales, estos personajes aprenden cantos, versos, pasos, golpes de tambor, conocen a cantadoras, bailadoras y tamboreros de los cuales aprenden viendo; en ningún momento un tamborero “veterano” va a pedir a otro tamborero que le enseñe un toque, ellos los aprenden y para esto utilizan el término coger. Los tamboreros, las cantadoras y bailadoras se cogen los golpes, los cantos y los pasos de otras personas.
Este ritmo se convirtió para estas nuevas comunidades en la música festiva por excelencia, con ella amenizaban sus reuniones y las celebraciones del calendario santoral popular. Las fiestas de bullerengue se llevan a cabo durante todo el año, de manera especial para las celebraciones de san Juan Bautista, (24 de junio), San Pedro y San Pablo (29 de junio), Virgencita del Carmen (16 de julio) y luego desde la celebración de Santa Catalina (25 de noviembre), la Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre) y todos los años desde el 25 de diciembre hasta el hasta el 6 de enero se toca y baila bullarengue en los palenques colombianos.
Cabe resaltar la vinculación desde punto de vista de la celebración a los santos de estas poblaciones, con las celebraciones que llevan a cabo en República Dominicana en las diferentes zonas de Bani, de manera particular con San Juan Bautista, San Pedro y San Pablo y la misma virgen del Carmen. Estas celebraciones centenarias donde se toca y se baila sarandunga en Bani, tienen semejanzas con la celebración de San Juan Bautista en Venezuela y los pueblos palanqueros de Colombia. Cada una con particularidades, pero unidas desde la tradición afro.
Nosotros participamos tres noches del diciembre del año 2016, junto a un grupo de amigos, invitados por líderes de la comunidad, conocidos en eventos culturales.
El conjunto rítmico del bullerengue está compuesto por: El bullerengue sentao, La chalupa, el pajarito o fandango e' lenguas, porro o chalupa porria y la formación rítmica.
El ritmo es bien marcado, autónomo, netamente africano, ejecutado por tambores, sin ninguna derivación hacia la melodía. Las jóvenes salen al patio en fila, palmoteando con las manos en alto, a paso corto, similar al de la cumbia y en posición erguida. Se suceden varias figuras, usando las faldas, que simbolizan la ofrenda de la fertilidad. (Franco, José 2009)
La música incluye un tambor hembra o tambor alegre acompañado de un tambor macho o llamador que lleva el ritmo, también una totuma con un plato de loza quebrado en su interior. y las palmas del coro que acompañan la música.
A nivel vocal el bullerengue es liderado por un maestro de ceremonia y su canto se basa en la narración de una historia mediante pregunta y respuesta en décimas y líneas fragmentadas.
Instrumentos: Tambor llamador (macho), Tambor alegre (hembra), Palmas y Tablas (gallitos).
Festivales: Se realizan anualmente festivales nacionales de bullarengue de Puerto Escondido, Córdoba; María La Baja, Bolívar y en Necoclí, Urabá Antioqueño.
De acuerdo a la página https://proantioquia.org.co, establece que: "El bullerengue es un baile cantao de pregones y respuestas, una herencia africana que encontró en el Caribe colombiano su refugio; una danza que oscila entre la sensualidad y la fertilidad cuyo ritmo percutido a base de tambores representa una historia ancestral de comunidades que han vivido todos los vejámenes de un país en guerra. El bullerengue cuenta historias de enormes brechas sociales de un territorio con una abundancia inconmensurable que quiere pertenecerle a muchos y a nadie. Su inspiración proviene del mar y del río, del repique del tambor, de la pesca, y de la vida misma de quienes lo cantan, una poética oral rica en significados, sueños y anhelos de paz".
El folclor ha acompañado los distintos procesos socioculturales que se han dado en el país, especialmente aquellos de comunidades marginadas, desplazadas e invisibilizadas. Así, las expresiones culturales se han convertido en herramientas de resistencia y medios para conservar la memoria, las tradiciones y las costumbres
Pongo en valor con este escrito, estas manifestaciones de los pueblos afrodescendientes de estas dos naciones, para que no se pierdan en el tiempo y para que volvamos a mirar nuestro pasado negro, pero con una mirada de apertura, de acogida, de encuentro, de amor e integración a nuestra historia y origen. Ampliando esa mirada desde el conocer y el asumir lo que tanto se nos ha negado.
¡Que viva el bullarengue, que vivan sus bailadoras, cantadoras y tocadoras cimarronas palanqueras!