El Chuín es una poesía oral o grupal, un canto campesino en forma de copla que se hace de manera improvisada, asociado a la siembra y cosecha en el campo de Cañafistol de Baní y otros pueblos del sur del país.
Se utiliza para hacer declaraciones de amor, dar testimonio de amistad y resaltar las virtudes humanas. Se asocia a la herencia española con el fin de divertir a los trabajadores del campo.
Algunos investigadores plantean, que los chuines fueron llevados al pueblo de Bani por los canarios, otros establecen que fue traído por ciudadanos de Andalucía, que vivieron en esa zona.
Para Dagoberto Tejeda, principal investigador del tema y se podría decir que es el dominicano que más ha puesto en valor y visibilizado esta tradición oral, sea por ser banilejo o amanto furibundo de los chuineros. En un artículo en su columna “Convite” del periódico Acento, publicado el 11 de mayo del 2020, titulado: “Rafael Emilio: El cantor de los chuines de Baní”, establece lo siguiente:
“Para nosotros, los chuines no llegaron a Bani de ninguno de esos dos lugares, (tema para tratar en otra oportunidad) sino que son el resultado de un proceso creativo a nivel popular banilejo y que, con esta modalidad, en el único lugar del país que existen es en Bani. Son un patrimonio cultural de identidad banileja, o como dicen algunos del “banilejismo”, amor emotivo, nostálgico, y romántico por Baní”.
Esta manifestación de creatividad artística, trova, poesía oral y popular sirve para que los cantantes de chuines entablen desafíos con otros trovadores. El ingenio, la picardía, jocosidad, improvisación, espontaneidad, lo irónico, humorístico y el doble sentido, definen a la perfección la esencia de los chuines.
Estos se interpretan a capela y en ocasiones se utiliza guitarras y el cuatro, un instrumento musical de cuerdas, que no es muy conocido en el país.
El sociólogo y folklorista dominicano, Dagoberto Tejeda, en una entrevista para un especial sobre el tema, realizada por el proyecto “Somos de Barrio” de la Presidencia de la Republica, en el año 2017, nos recuerda que: “Los chuines con sus chuineros, permanecen como un patrimonio casi arqueológico en vía de extinción, que sobreviven en la nostalgia de minorías y en las expresiones más auténticas y valiosas de la oralidad”.
Una tradición que mantiene vigente a la poesía popular
La vida cotidiana de los pueblos se manifiesta en la improvisación de un chuín, tales como el amor, el desamor, la muerte, la cosecha, nombres tradicionales y toda la capacidad imaginativa de los chuineros, que en muchas ocasiones no saben leer ni escribir, pero saben improvisar y declamar, desde la realidad social de sus pueblos.
Aunque algunos investigadores plantean que originalmente los chuines tenían acompañamiento musical, hoy en día son ejecutados a capela, en porfía, caracterizados por un contenido alegre y jocoso, con abundancia de hilaridad e ironía, donde el amor, el desamor, el doble sentido de manera muy sutil, pero provocadora, prevalecen como expresiones espontaneas e improvisadas, ejemplo:
“Nosotros somos del barrio
Oye mi nena por Dios
Si algún día tú te ves sola
El hombre tuyo soy yo“.
El Chuin es un patrimonio oral dominicano y de las traiciones de nuestra cultura que está en peligro de desaparecer y por eso los banilejos: Rafael Tejeda, Rafael Aguavivas, William Mejía, Marino Tejeda, Rafael Mejía y Rafael Pimentel llevan más de 40 años como agrupación y se han presentado en cientos de actividades culturales y pueblos, llevando su chuín con orgullo.
Destacar que en el único pueblo que se le llama chuín a este canto o poesía popular es en Baní, ya que en diferentes pueblos de la zona de Monte Plata se practica, pero con el nombre de coplas y serenatas.
Un ejemplo, son los Toros del Santo Cristo de los Milagros de Bayaguana, que entonan serenatas y coplas en las actividades del santo y son invitados a otros pueblos del país a participar en eventos y manifestaciones mágicos religiosas, como la celebración centenaria de San Antonio Negro de los Hermanos Guillen en Yamasá, Monte Plata, la tradicional fiesta de la Altagracia del barrio Puerto Rico, en el municipio de Castillo, provincia Duarte. Aquí llegan la noche del 20 de enero y amanecen al día 21, cantando serenatas a la virgen, junto a los participantes de la celebración, que ya lo esperan cada año. En nuestra época de adolescencia y en la actualidad, si estamos en el pueblo para la fecha, siempre nos damos la vuelta para participar de esta velación, que realiza la familia Betemit, iniciada por la madre de doña Yden Betemit y continuada por la tercera generación de la familia, por más de cien años.
“Así como tú me ves
chiquito, pero encastao
llévame pa tu casa
pa que me comas ripiao”.
“Cuantas mujeres bonitas
tengo el juicio interrumpío
que me levanten la mano,
las que no tengan marío”.
“Son de mi Pueblo cantores
de vivencias campesinas
cosechas que se avecinan
para los tiempos mejores”.
“Hombres de mucho valor
que enfrentan el porvenir
ponen tierra a producir
con su fuerza y su sudor”.
“Figuras son de respeto
ejemplares y luchadores
cantan al fruto de amores
por la gracia del sustento”.
“Su melodia es de arrollo
de canal o de rigola
mango, lechosa y cebolla
o fruto en el mismo cogollo”.
“Yo estoy pensando otra cosa
aunque tú me veas así:
nosotros representamos
la cultura de Baní”.
Diego Padilla 12/10/16
¡Que vivan los chuines y los chuineros de Baní!