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América Latina está luchando por contener las crecientes infecciones por COVID-19 mientras enfrenta una recesión casi certera y los impactos relacionados, pero las políticas que priorizan a las personas pobres y vulnerables pueden ayudar a mitigar la pobreza y la desigualdad ya extremas de la región, según un nuevo estudio del PNUD.
Nadie estará a salvo del coronavirus hasta que todos estén a salvo. Ningún país tiene acceso a la investigación y el desarrollo, la fabricación y toda la cadena de suministro de los medicamentos y materiales esenciales para hacer llegar vacunas y tratamientos a los más vulnerables.
Marie-Roseline Bélizaire, médica y epidemióloga de la Organización Mundial de la Salud (OMS), utiliza su pasión por la medicina comunitaria para ayudar a reducir la propagación del COVID-19 en la República Centroafricana.
La pandemia de la COVID-19 no representa la única amenaza a la salud en el continente americano, sino que también está alterando la capacidad de controlar la transmisión de otras enfermedades infecciosas, “muchas de las cuales hemos estado luchando por eliminar durante décadas”, afirmaba este martes la directora de la Organización Panamericana de la Salud.
La Coalición Democrática aseguró que la prioridad inmediata del gobierno entrante es la ejecución de una nueva y más efectiva estrategia de lucha contra el coronavirus que incorpore todos los sectores sociales, garantice mayor y mejor inversión en medidas de prevención y atención, y devuelva la confianza de la ciudadanía en las autoridades.
A través de licitaciones internacionales en nombre de los Estados, entre ellos México y Argentina, la agencia regional de la ONU para la salud también compró millones de dólares en equipos de protección para trabajadores sanitarios, así como otras herramientas esenciales.
A lo largo de América Latina están apareciendo productos derivados de esta sustancia que se utiliza para desinfectar superficies. Varios gobiernos han emitido alertas contra su uso.
La alta incidencia de diabetes, hipertensión y padecimientos renales colocan al 30% de la población del continente americano en riesgo de caer enferma de gravedad si contrae el coronavirus. En América Latina y el Caribe, eso significa 186 millones de personas.










