De enero a julio de este año, la Procuraduría General de la República registró 3854 denuncias de delitos sexuales, en promedio, 550 cada mes. Se sabe que la mayoría de las agresiones son cometidas contra niñas y mujeres
Cuatro años de batallas en el Ministerio Público, Salud Pública y los tribunales no han bastado para que se haga justicia con una sentencia definitiva, que cierre el caso de Carolina Fonfrías, violada por el médico Iván Rosa, de acuerdo con el fallo emitido en diciembre de 2023 por el Segundo Tribunal Colegiado del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional.
El próximo 8 de octubre, Carolina, quien puso rostro al grave problema social de la violación, al denunciar en televisión nacional, no solo a su violador, también a un sistema que le falló sistemáticamente, volverá a los tribunales.
¿Pero, por qué una mujer que mostró pruebas en televisión nacional y consiguió no solo una condena contra su agresor, sino una ratificación, se enfrentará a otro proceso legal?
Así lo explica Fonfrías: “Fuimos a la Corte de Apelación. Ratificaron la condena de 12 años. Pero, luego, en la Suprema Corte de Justicia, en casación, casan con reenvío, nos dicen que el caso debe de ir a una nueva sala, a ser conocida la apelación nuevamente, porque ellos entienden que el tribunal que reconfirmó la condena no motivó lo suficiente y piden que se haga la motivación más detallada”.
Carolina destaca que no hubo variación en las medidas de fondo, así que entiende que la Suprema Corte de Justicia, “sigue creyendo en su verdad”, que probó incluso con un video en la televisión nacional.
Pero, teme que, tras cuatro años y con menos visibilidad mediática, el caso, como el de otras víctimas, caiga en el olvido, y se cuele la impunidad, esa que beneficia a los agresores.
Ella recuerda su larga batalla contra el sistema, y las razones que la llevaron a exponer su rostro en televisión nacional a pesar del estigma que sufren las mujeres violadas en el país. “El 14 de diciembre de 2021, hace cuatro años, fui drogada, violada y grabada en una evaluación, en una primera y única cita a la que fui con un doctor. Luego de mucho sufrir con el sistema, me tocó revictimizarme y acudir a los medios de comunicación, a pesar de que no di rostro para revictimizarme lo menos posible. Luego me vi obligada a volver a los medios a dar rostro. Logramos una condena, después de casi dos años, de 12 años”.
En esa larga lucha, se ha juntado con otras mujeres que pasaron por experiencias similares. El grupo ha sido resistencia, compañía y solidaridad para no rendirse ante las difíciles decisiones que se deben tomar en procesos legales largos, complejos, con vacíos de información y revictimizaciones constantes.
Pelear durante cuatro años para lograr una justicia que siempre está a punto de evaporarse ha sido un proceso desgastante. Pero, Carolina insiste en ganar esta pelea: “Sigo aquí, sigo luchando, me voy a cansar, pero nunca voy a desistir. Yo gané el día que me levanté y denuncié. Gané el día que me vencí a mí misma. Quiero decirle a todas las mujeres que están ahí, que no desistan, que resistan con un propósito, alzando su voz, manteniéndose activas con sus casos y recordándole a la sociedad que esto no solo se trata de nosotras, que la batalla es nuestra pero la lucha es por todas”.
Y todas deben conseguir justicia y reparación: las que fueron violadas en sus hogares, en las calles, en las iglesias, las víctimas de violaciones grupales, las que denunciaron inmediatamente y las que tardaron décadas en hablar.
Pero si una mujer con información, capacidad económica para contratar abogados cuando inició su proceso, red de apoyo y formación suficiente para lidiar con medios de comunicación hostiles de forma asertiva, detectar fallas en el sistema y exponerlas, no logra Justicia, ¿qué esperanza hay para las niñas y las mujeres de los campos, de los barrios marginados, para las que no pueden pagar abogados, ni tienen ginecólogo privado que oriente cuando el sistema de salud pública falla?
De enero a julio de este año, la Procuraduría General de la República registró 3854 denuncias de delitos sexuales, en promedio, 550 cada mes. Se sabe que la mayoría de las agresiones son cometidas contra niñas y mujeres. Carolina dice que está “vestida de dignidad”. La dignidad, la justicia y la reparación que merecen todas las víctimas.
Las sentencias son batallas ganadas, pero no deben costar la salud, la paz, los recursos económicos y la estabilidad que todavía conserven las sobrevivientes. Las niñas, las adolescentes y las mujeres violadas deben saber que la justicia es alcanzable, sin que la vida se les vaya en los tribunales. La lucha de Carolina y de otras víctimas debe servir para corregir las fallas que dificultan el acceso a la justicia.
Ver video del caso de Carolina Fonfrías
*La Canoa Púrpura es la columna de Libertarias, espacio sobre mujeres, derechos, feminismos y nuevas masculinidades que se transmite en La República Radio, por La Nota.