Hace cuarenta años, las naciones se unieron en la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono y acordaron tomar medidas apropiadas para proteger a las personas y al planeta de la dañina radiación ultravioleta que se filtra a través de una capa de ozono potencialmente dañada.
Lo lograron. Con base en información científica adicional, se adoptó el Protocolo de Montreal y se comenzó a eliminar gradualmente los clorofluorocarbonos (sustancias químicas sintéticas utilizadas en refrigeración, aerosoles y producción de espuma), lo que encaminó la recuperación de la capa de ozono.
En el Día Mundial del Ozono, celebramos este logro y esperamos con ilusión otros cuarenta años de acción. El Protocolo de Montreal y el Convenio de Viena siguen siendo cruciales para monitorear los niveles de ozono y radiación UV, así como las sustancias que agotan la capa de ozono y otras sustancias químicas, como los hidrofluorocarbonos (gases de efecto invernadero), que se están eliminando gradualmente en virtud de la Enmienda de Kigali.
Los tratados sobre el ozono han ejemplificado el concepto de pasar de la ciencia a la acción global. Y lo seguirán haciendo durante muchos años.