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Reportajes | Fuente Externa

La frontera entre México y Estados Unidos es una región muy difícil para los periodistas. Necesitan trabajar desde una perspectiva binacional, hablar dos idiomas, comprender dos sistemas políticos, legales y jurídicos, además de correr riesgos por cubrir el tráfico de drogas y de personas y la violencia y el crimen que traen aparejado.

 Casi a dos horas de donde vivo, en el sur de Texas, los cárteles de la droga decapitan a personas de la misma manera en que el Estado Islámico lo hace en Siria. Esto demuestra lo grave que es la violencia en la frontera de México y Estados Unidos, considerada una zona de seguridad nacional para ambos países

Hace poco volví de Washington para continuar con mi beca ICFJ Knight, que trata sobre las intersecciones entre el periodismo de investigación y la ciberseguridad. En mi primer día en Texas leí una historia en el periódico El Mañana de Reynosa sobre enfrentamientos entre delincuentes y unidades militares mexicanas al sur del río Bravo, un río de poco más de 3.000 kilómetros de largo que sirve como frontera natural entre Estados Unidos y México.

Al leer la noticia, los nombres de varios colegas vinieron a mi mente porque cubrieron tales historias. Enrique Juárez, editor de El Mañana de Matamoros, fue secuestrado y amenazado de muerte hace un año por militantes a los que no les gustó su cobertura sobre los enfrentamientos entre el ejército mexicano y miembros del cártel. Roberto Mora, quien fue mi editor hace varios años, no tuvo tanta suerte. Roberto era un periodista excelente y reputado cuando fue nombrado director de El Mañana de Nuevo Laredo. No mucho después de su llegada a Nuevo Laredo, gente desconocida lo apuñaló de muerte en marzo de 2004. Solía escribir sobre la connivencia de los políticos locales con los Zetas, una organización criminal que controla grandes áreas a lo largo de la frontera. Armando Rodríguez, reportero policial de El Diario de Juárez, fue asesinado en noviembre de 2008, cuando llevaba a su hija a la escuela.

No importa cuál sea el riesgo, los periodistas estadounidenses y mexicanos tienen que cubrir esa frontera y sus problemas a diario. Del lado mexicano, los reporteros son silenciados por las amenazas de represalias de organizaciones criminales y autoridades corruptas a las que no les gusta el periodismo independiente y de investigación. En el lado texano, los reporteros evitan cruzar la frontera y limitan su cobertura debido a las frecuentes amenazas. A veces, los miembros de las organizaciones criminales los acusan de ser informantes de la policía local o del FBI.

La situación ha afectado la calidad del periodismo. La verificación no es fácil, sobre todo porque los delincuentes o los funcionarios corruptos no hablan con la prensa. En el lado mexicano, es difícil saber quién es quién y las fuentes oficiales pueden estar en complicidad con los criminales. En el lado estadounidense, la corrupción también es un problema. En los últimos 12 años, tres jefes de la policía local de Texas han sido procesados por participar del tráfico de drogas y otras empresas ilícitas.

Para obtener información precisa y permanecer seguros, los periodistas aquí deben desarrollar más habilidades que cualquier otro periodista en los Estados Unidos o México. Necesitan métodos sólidos para construir fuentes, verificar la información, escribir historias precisas y seguir estándares éticos. Sus habilidades profesionales deben incluir un dominio de las herramientas de seguridad digital, y necesitan entrenamiento en seguridad física y emocional.

Con esto en mente, estoy empezando un programa para ayudar a los periodistas de la frontera a mantenerse a salvo abordar historias complejas.

El programa incluirá alianzas con la Escuela de Periodismo de la Universidad de Arizona, el South Texas College y medios de comunicación de Texas, Nuevo México, Arizona y California, así como sus homólogos en Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua y Baja California en México.

Los periodistas utilizarán Salama, la aplicación que creé durante mi beca ICFJ Knight, para hacer evaluaciones de riesgo y diseñar planes y protocolos de seguridad. La formación incluirá cómo manejar fuentes de alto riesgo en historias sensibles, cómo verificar y proteger a las historias contra las leyes de difamación y calumnia, cómo cubrir la violencia y respetar a las víctimas, cómo proteger la información digital, y conceptos básicos de cobertura de un conflicto armado en la frontera, incluyendo las armas que se usan y qué hacer en situaciones de fuego cruzado.

Estas habilidades ayudarán a los periodistas a protegerse a sí mismos y a su trabajo al operar en esta región tan violenta y desafiante. También los ayudará a producir periodismo de mejor calidad, a pesar de los riesgos.

Fuente Red de Periodistas Internacionales/Boletín.

http://ijnet.org/es/blog/la-seguridad-de-los-periodistas-en-una-frontera-violenta

Imagen con licencia Creative Commons vía BBC World Service