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Opinión | César Pérez

Finalmente, Leonel fija su posición sobre el tema de la reforma constitucional, en un discurso donde deja claro su rechazo a la resolución del Comité Político del PLD, a través de la cual los danilistas pretenden hacer pasar la reelección.

Con su posición, formaliza la ruptura con Danilo y ahora le toca a este hacer pública su posición frente a ese rechazo y a la ruptura planteada por Leonel con una propuesta camuflada de jurídica, pero en esencia política.

Además, en todo el discurrir de su discurso deja claramente establecidas sus diferencias personales con Danilo. Fueron varias las alusiones a este, la parte de la cita que hace de José Martí: “un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado”, en la última parte de su discurso, difícilmente pueda no ser interpretada como una de esas alusiones y una ofensa de improbable olvido.

En tiempo de crisis y de deslindes en la lucha política los líderes acostumbran a recurrir al recuento de sus logros y a sacar del baúl los agravios que real o supuestamente le provocaron sus adversarios, el discurso de Leonel del pasado lunes se inscribe dentro de esos usos y costumbres. Ha amalgamado lo político y lo personal haciendo casi imposible cualquier entendimiento.

Más que una lucha política, la de ellos es una lucha de personalidades, agravada en este caso por ser también una lucha entre facciones/ corporaciones de una poderosa corporación económico/política, haciéndola inédita en la historia política del país y posiblemente de toda la región. Leonel propone la celebración de un Referendo para modificar la Constitución y el artículo 210, consciente de que este dice que para hacerlo será a través de una “ley que determinará todo lo relativo a su celebración” y requerirá las dos terceras partes.

Habrá que hacer esa ley, ponerse de acuerdo sobre si es orgánica o simple, hacer un protocolo introductorio y votarla, que demandará un tiempo que podría ser muy dilatado y traumático, de salida incierta, de alto costo político para Danilo y el PLD y de insoportable estrés para toda la sociedad. En ese sentido, la propuesta de Leonel, más que jurídica es esencialmente política y se enmarca en las posiciones y estrategia del sector más retrógrado del país, el de los Castillo, que está en plena guerra contra el gobierno de Medina, otro ingrediente de la crisis.

Otra cuestión que la complica es que la misma la plantea y conduce el presidente del partido, una arista institucional y simbólica muy significativa. Leonel tiene muchos seguidores que le son fieles y que podrían seguirlo hasta el final, no solo por su carisma, sino porque tienen suficientes recursos económicos para resistir por cierto tiempo el embate de la otra facción y porque están en juego sus intereses económico/políticos.

Leonel ha tomado la iniciativa y obligado por el tiempo, le toca a Danilo decir lo que piensa. En lo inmediato, la crisis afecta a ambos, no solo a Leonel, porque están en el mismo barco y parece que será simultáneo naufragio de sus respectivos proyectos.