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Entre tú y yo… | P. Regino Martínez Bretón, sj

Ante la situación vivida en la actualidad a nivel global y personal; nos sentimos amenazados por los cuatro costados y desde abajo hasta arriba en la escala social.  Dado que es la persona quien transmite la pandemia; ya no son los mosquitos, ni los ratones, ni los murciélagos…, ahora somos las personas quienes contagiamos… de ahí el distanciamiento social, por la clandestinidad del ataque; podemos transmitir la virocidad sin saber que estamos contagiado. Los síntomas se manifiestan una semana después de adquirir el virus.

Aquí aparece lo determinante que son las relaciones en nuestra vida: se ha desequilibrado la economía, la política, el ocio, el culto, muchas empresas en quiebra y nos hemos tenido que ver como realmente somos: limitados; y no como decimos que somos: “Super…, H+…” ¿y qué?… La lógica del YO Super y del H+… cava mi propia tumba…, nuestra tumba. No podemos llegar más allá de nuestras propias limitaciones como ser humano… Tanto nuestro origen como nuestro destino son limitados por el Ser Trascendente, que nos hace partícipe de la vida y nos plenifica.  

La Covid-19 nos ha desnudado y al ver nuestra humanidad desnuda   caemos en la cuenta de que estamos muy lejos de lo que decimos de nuestra opción vital tanto a nivel eclesial, como personal e institucional.

La Covid-19 nos hace caer en la cuenta de que nos necesitamos y el empobrecido/a son parte de nuestra seguridad consumista a costilla de ellos y ellas vivimos en abundancia… Y nos llenamos la boca de nuestros avances científicos y hasta dónde podemos llegar con la Inteligencia Artificial, IA… Y que somos “Maestro de humanidad”… 

El tsunami social causado por la aparición de la Covid-19, nos ha manifestado el grado de deshumanización en la etapa actual de la sociedad en que el avance de las ciencias disminuye el período temporal entre generaciones… El techo de las ciencias no coincide con el bienestar de la mayoría de la humanidad; al contrario nos distanciamos cada vez más en vez de acercarnos… “La brecha social entre ricos y empobrecidos sigue ampliándose”.

 Entonces… ¿Cuál ha sido el escenario escogido por nosotros, eclesiásticos, para anunciar y denunciar en el teatro de la vida? ¿Desde dónde hemos venido actuando? ¿A quiénes acompañamos? ¿Por dónde hemos entrado a este drama vitae: por la alfombra roja o por la puerta trasera…?

 ¿Tendremos la transparencia, sinceridad y valentía de responder estas preguntas? 

 Mi interés no es el acusar a otros, personal o institucionalmente, de tal deshumanización concienciada por la Covid-19, sino analizar por qué nosotros, Iglesia Católica, “experta en humanidad”, (Pablo VI…). Por qué nosotros, Compañía de Jesús, siendo que “nuestra misión incluye e implica inseparablemente nuestro modo de vivir…” (Carta 2020/3, El cuidado de vida-misión): ¿cuál ha sido nuestra participación en este proceso de deshumanización vivido y manifestado por la Cvid-19?. 

Todos debemos de estar muy atentos porque fácilmente nos podemos situar en la acera de en frente para señalar a otros como culpables y legitimar nuestro comportamiento instalado en la seguridad… “El que tenga oído que oiga”, (Mt.13,9).