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Entre tú y yo… | P. Regino Martínez Bretón, sj

¿CUÁL ES EL VALOR QUE  ME LLEVA A MÍ A REALIZARME COMO PERSONA?                                                       

Cuando uno ve que existen tantos problemas en tan diversas situaciones…, uno se queda apabullado, atolondrado…, y no sabe para donde coger. 

 Nos quejamos a nivel personal. Vemos que a la gente le gusta la vida fácil. Los jóvenes se mueven en las nubes digitales; se acercan a los de lejos distanciándose de los cercanos… A los niños no se les puede llamar la tención, esos muchachos parecen gente grande ¡claro! A todas las personas hay que respetarlas… Y los adultos somos incoherentes. Nos gusta más exigir al otro que ver nuestras propias faltas. Así pasa en todas las instituciones, aún en las religiosas…

 Educar exige llamar la atención y corregir para poder sembrar valores que puedan determinar las personas adultas futura. Y, esa transmisión de valores se hace en la niñez y con el ejemplo. A uno le encanta  mucho cuando corrige a un niño o una  niña, cuando les decimos algo o les hacemos una caricia. Mire usted que, a veces, éstos hacen un gesto de desprecio, o nos dan una respuesta que uno se  queda con la boca a abierta y nos preguntamos: qué pasa? Eso pasa a nivel de la niñez y en la juventud lo mismo…; pero qué pasa en mí? Mis actos me capacitan para corregir a otro?

 Vemos la indisciplina  y la falta de respeto hacia los adultos; vemos la violencia personalizada en afectos que nos ciegan e irracionalizan…; esa falta de respeto hacia las leyes de tránsito a nivel popular  y a nivel de nuestros conductores sociales las violaciones a las normas elementales de la convivencia humana apoyando la corrupción, la impunidad y el clientelismo. Vemos esos muchachos que andan en passolas que se hacen dueños de las calles: corriendo sólo en la rueda de atrás; nos pasan por el lado sopletiao con ruidos, sin luz,  atropellan y se matan… y Vemos también, los asaltantes de corbatas y moños encopetados.

 Porque lo que hace falta es que “yo consiga”,  como quiera que sea. Sea con los políticos, vendiendo el voto, vendiendo mi conciencia, o vendiendo mi estómago. Sea con los funcionarios corruptos. Sea con los  narcos. ¡Ah! Y que no me llamen a mí la atención; que no me digan nada; porque si me dicen algo en seguida quiero pelear. “Siempre ando con la ropa de pelear”…

 Ésta violencia que tenemos a flor de piel, por qué pasa?. Qué es lo que está pasando en la sociedad de hoy?. Y  así van apareciendo cosas si continuamos analizándolo a nivel personal y a nivel comunitario…,  es lo mismo.

  Ya la gente no hace un reclamo formal; para qué vamos a ir a las autoridades si no responden?. Ya vienen las elecciones…, ah!!!!!! yo voto por cualquiera, o…, yo no voy a votar. De 6 millones de dominicanos que están inscritos en la JCE, menos del 50% votó; es decir, que la mayoría se abstuvo. Eso significa también por qué los partidos han perdido la credibilidad. Los políticos han perdido la seriedad. Han convertido la política en un comercio.

 Si una persona seria se mete a político hasta ahí llegó.  Por que?, porque esa clase de personas están ya desprestigiada.

 Qué es lo que está pasando a nivel personal, colectivo, comunitario, a nivel social?. Fíjense ustedes, yo digo una cosa: el gran problema está generado porque tanto a nivel personal como a nivel comunitario, nos faltan valores que motiven el comportamiento. A nivel personal, cada persona tiene que tener, tiene  que buscar o tienen que descubrir el valor que le lleva a sentirse realizado como persona: a ese valor yo le llamo el valor originario, es la invitación  de Dios, es la propuesta Dios  que da al amado; nos hace buena persona,; Dios quiere que todos y todas seamos buenos, que todos  tengamos en cuenta la otra persona. Pero no nos obliga a que nosotros hagamos cosas buenas. Nos deja la libertad y nos invita a dar la vida. Jesús decía: “a mí, no me quitan la vida, yo la entrego” (Jn. 10,17-18);  entonces, es la misma persona que tiene que descubrir cuál es el valor que le da sentido a su vida para poderse realizar como persona. Según la propuesta de Dios cada uno y cada una tiene una vocación y la fidelidad creativa la hace crecer.