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Encuentro… | Solange de la Cruz Matos

La pasada semana empezaron a caer algunos chubascos sobre diferentes puntos del territorio nacional. Si tomamos en cuenta el más reciente pronóstico de la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet),de que una vaguada estará provocando aguaceros sobre las regiones norte, noreste, sureste, cordillera Central y el centro del país, y si sumamos a esto que en junio se inicia la temporada ciclónica,esas lluvias podrían indicar que la larga sequía sobre el país ha comenzado a ceder.

 Las provincias que estarían recibiendo esa “agua bendita” son Barahona, Pedernales, Azua, San Juan, Bahoruco,Samaná, Puerto Plata, María Trinidad Sánchez, Espaillat, Duarte, Dajabón, Santiago Rodríguez, La Vega, Monseñor Nouel, Monte Plata, Hato Mayor y El Seibo.

No tenemos certeza deque los aguaceros que se pronostican serán suficientes para regar las siembras, humedecer los bosques, alimentar las presas,asegurar el abastecimiento de agua potable, rebosar las lagunas, llenar los aljibes y cisternas, etc.

Durante uno de los conversatorios sobre meteorología, clima y desastre que cada mes organiza en la Biblioteca Nacional el ingeniero Antonio Cocco Quezada, hablábamos de los impactos de la sequía, basándonos en una serie de documentos compilados por Cocco.

A propósito de esta prolongada sequía, recientemente, Manuel González Tejera, uno de los animadores del conversatorio, envió por correo electrónico a sus contactos ese documento, en el que se resaltan como impactos de la sequía pérdida en cosechas, aumento en los precios de los alimentos y en su importación, desempleo por disminución de la producción, plagas de insectos, incremento en el costo de la irrigación, disminución de la producción de leche, mortalidad del ganado, disminución de la productividad forestal e incendios forestales.

La larga lista de impactos continúa con la disminución del precio de las tierras, aumento de la demanda de energía y un suministro disminuido, pérdida de la navegabilidad de ríos, arroyos y canales, reducción, degradación del hábitat de la fauna, pérdida de biodiversidad, niveles bajos de agua en reservorios, lagos y charcas, flujo reducido de los manantiales, corrientes disminuidas, pérdida de tierras húmedas, impacto en los estuarios, disminución de las aguas subterráneas y efecto en la calidad de las aguas.

Los daños que provoca la sequía son tantos que es impostergable que las autoridades competentes planifiquen con un enfoque de eficiencia y sostenibilidad el uso del agua, Y ese debería ser el principal aprendizaje de esta prolongada sequía.Las prioridades en el uso de este recurso natural están claramente establecidas. La primera prioridad es el agua potable, luego el agua para riego, seguida del agua para la generación de hidroelectricidad.

Los sectores responsables de la administración del agua -Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, Instituto Nacional de  Agua Potable y Alcantarillado, Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo, junto a  las diferentes corporaciones de acueductos, con Onamet a la cabeza como organismo con la máxima competencia en materia de pronósticos hidro-meteorológicos, deben planificar de forma tal que se garantice a cada sector consumidor agua potable en cantidad, calidad y continuidad.

En la planificación está la clave. Abandonemos la práctica de estar improvisando en un ámbito vital para un desarrollo humano sostenible como el del agua, su aprovechamiento y preservación.