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Historia de vida… | Graciela Azcárate/Especial para Espacinsular

Para Elena Logarzo, Nelson García y Patricia Lancho. “Del exilio nadie regresa. Lo que abandonas te abandona”  Tomas Eloy Martinez “Purgatorio”

  (…) “Los que gobiernan son ahora otros, sucesores de la Anguila (Videla) y el almirante (Masera), pero el horizonte de que lo piensan es la misma línea en blanco de la nada”.

Tomás Eloy Martinez: “Purgatorio” pág. 254 

Pie de foto: Laura Estela Carloto fue secuestrada en noviembre de 1977, embarazada de tres meses. Era estudiante de Historia de la Universidad Nacional de La Plata, pertenecía a la Juventud Universitaria Peronista. Nació en 1952. Tenía 25 años cuando la desaparecieron, robaron el hijo y mataron.

El 31 de julio evoqué a Lichi Diego y en homenaje y recuerdo puse en mi muro la historia de vida “Esa perra que ladra…”   que escribí el domingo del 2011 en que murió.

Pensé en el poeta y escritor cubano Eliseo Alberto de Diego Marruf,  pensé en nuestra generación, pensé en Argentina y en Cuba, releí y reflexioné en cómo envejecemos, con las heridas y cicatrices de toda una vida. Y pasó  algo hermoso, que me reanimó, que me hizo sentir que lo que escribo desde tiempo inmemorial tiene algún sentido o sirve para algo.

Elena Logarzo mi compañera de secundaria de hace cincuenta años en Haedo, Nelson García, mi amigo cubano y grabador que conocí en 1985, en la Bienal de La Habana  y Patricia Lancho, bióloga marina cubana  con la que compartí el fin de ano del 2013, al borde de una piscina en una finca de Villa Altagracia, los tres leyeron la historia, me mandaron mensajes de que lo habían leído, que les gustó, que los atrapó y que me agradecían el recuerdo.

Y yo que estoy en crisis creativa desde el 2012- 2013, yo que miro Santo Domingo y no sé para qué escribir ante la repetición impune  de errores, estulticia,  robos y miserias me sentí con ganas de volver a hacerlo pero de una manera distinta.

Sentí que ese don que tengo que es el de escribir tiene sentido si me esmero y escribo cada vez mejor “esas historias maravillosas” que me congratuló Nelson García. Y no fue halago,  fue un empujón cariñoso que me sacó a  camino.

El 6 de octubre  de 2013 escribí “Según pasan los años…” para Dionny Cabrera, su esposa y sus hijas. Ellos me preguntaban porque no salían mis historias de vida en las revistas digitales donde habitualmente colaboro. Se los expliqué. Les dije de mi cambio, les escribí la historia dedicada  y hasta hice una cita de Claudio Magris sobre la cólera y la indignación.

Durante años escribí con furia, con cólera, con indignación.

Pero me ocurre que tengo 67 años, que nunca tuve sesenta años,  que no sé cómo es esa etapa de envejecer y que,  como decía Luis Buñuel y León Felipe el primer síntoma de vejez es que no se tienen deseos. Y a mi lo primero que se me esfumó fue el deseo de pelear, zaherir, insultar o denunciar en un escrito.

Hace siete años, un 3 de diciembre de 2007 escribí un borrador para celebrarme los sesenta años. Fue como un rito de paso, como si menstruara por primera vez o diera a luz mi primer hijo. Se titula “Una nena feliz”. Recordaba mi infancia, mi adolescencia en un pueblito del oeste del Gran Buenos Aires y pensaba que con el relato testimonial de esa vida yo podía iniciar este camino nuevo de envejecer. Quedó en un borrador de fin de ano del 2007 al 2008.

Transcurridos siete años  de vida de señora de la tercera edad,  mi ánimo no se halla  en la piel de la indignación o la furia. Lo pesado de estos últimos anos que van de noviembre del 2012 hasta este agosto del 2015 era cambiar de piel, de escritura, de ánimo, hacerme de madre y hacer de cuenta que aprendo a caminar, y que me voy a caer,  que lo voy a intentar una y otra vez y que también me voy a fortalecer,  a levantar y a caminar...

 Y sobre todo que volveré a escribir de una manera diferente.

Aterrada de estar bloqueada creativamente y más nunca volver a escribir hice un tratamiento para señoras viejas en rehabilitación para la etapa final.

Seguí con mis costumbres de anotar todo, escribir todo, recortar y pegar, imprimir textos, guardar fotos, seguir las efemérides de este país y del mundo. Recordar mi infancia, mi mundo de Argentina y mi largo exilio vivido en distintos países en los que siempre fui feliz, me quisieron y los quise y en los que  siempre tuve trabajo y lo hice creativamente.

Hay 70 cuadernos manuscritos, pegados recortes, hojas, plumas, fotos, comentarios míos, pedacitos de historias, y  horas y horas de lecturas, horas de releer la vida de tantas mujeres, horas de releer libros que hace anos guardo y convoco cada vez que estoy triste o perdida.

Algo se me quedó grabado de la biografía de Virginia Woolf escrita por Lyndall  Gordon y en sus comentarios  de los Diarios personales. A ella envejecer la apenaba y entristecía, la llegada de los sesenta años los vivía con horror. Había descubierto que ya no quería escribir novelas y que su género de escritura para la vejez era lo autobiográfico.

Pero ni “El cuarto propio” ni “La señora Dalloway”  ni “Las olas” la ayudaron a superar a su autoritario padre victoriano y el abuso sexual de su hermanastro. Antes que hacerlo  a través de la literatura autobiográfica y denunciarlos prefirió ahogarse en el rio Oise.

Se preguntarán ¿a qué viene este relato? A que en este tramo de envejecer, hallar una piel para el final y escribir en genero autobiográfico, el mensaje de mis tres amigos fue como una inyección de vida, de ánimo, de sacudirme la anomia de esta sociedad a la que quiero, respeto y agradezco pero a la que hay momentos en que aborrezco. Y hasta me vuelve la adrenalina de mi juventud y los quiero denunciar a puro texto.

El domingo, 15 de febrero 2015 tratando de animarme a escribir copié una nota   que dice así: “Que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. (2 Timoteo, capítulo 3)  (Cuaderno de notas 22 de marzo 2013)

Si. Sé que son tiempos postreros,  también he evitado a los que fingen piedad y son intemperantes. Pensé en mi generación, en la Argentina de los 70, pensé en mi huida en 1977 y releí “Purgatorio” de Tomás Eloy Martinez para que no me pasara lo que le pasó a  Virginia Woolf.

 Animarme a mirar mi pasado, una cultura patriarcal asesina que lleva en si los gérmenes de autodestrucción, mirar a mi familia, a mis amigas, animarme a mirar sin estremecerme como se murieron las mujeres de mi casa,  mirar la muerte de mi padre, animarme a tomarlos así en toda su miseria y grandeza, volver a revivir  lo que significó regresar después de 34 anos, en 2011,  a la Argentina y ver un país tan ajeno, tan decrepito, tan viejo y adherido a ese fantasmal 1970.

Yo no me voy a suicidar, me dije bajito  casi como en confesión que iba  a mirar con coraje el exilio, el pasado, las viejas heridas, el querido país abandonado y me iba a tomar todo el tiempo del mundo para escribir el género autobiográfico,  para señoras escritoras viejas que miran su pasado con gallardía y honra, que miran el tramo final como una aventura, como una incógnita a develar,  con el espíritu desenfadado de una mochilera de los 60 en San Carlos de Bariloche con sus compañeros de promoción de maestros.

Y volví a releer con profunda pena esas frases de Tomás Eloy Martinez y su mujer de ficción, la  Emilia Dupuy de 1970.

Copie frases: “Negaba todo. No podía desconocer las atrocidades que le atribuyeron a su padre”. TEM “Purgatorio” pág. 197

“El  circulo mas horrendo del infierno está reservado para quienes en tiempos de crisis moral optan por la neutralidad”. Dante “La divina comedia”

 “No, no será sin una herida en el alma que dejare esta ciudad. Largos fueron los días de amargura que pasé dentro de sus muros, y largas las noches de soledad; y  quien puede despedirse sin tristeza de su amargura y de su soledad” Khalil Gibran

 “Tomar la decisión que armonice con el ritmo espantoso de nuestro tiempo” Nicos Kazantzakis. Cita del escritor griego en Nadine Gordimer “Escribir y ser. Conferencia del premio Nobel 1995”

Son las notas del cuaderno de marzo del 2013,  que desmenuzan  la lectura de “Purgatorio” ,  la vida de Emilia Dupuy. Una repetición de vida de cualquier joven mujer argentina, en la década de los 70

En septiembre, cuando recuperaron el nieto de Estela Carloto apareció esa foto de la joven madre desaparecida (que inaugura este texto)  y él joven músico, antes que llegara el diluvio mediático y le cambiaran el discurso dijo algo que para mi es la clave de nuestra generación de los 70. Ese niño nacido en cautiverio y hecho hombre en el silencio de la tragedia  dijo que en Argentina habían silenciado cosas terribles y todos habían sido cómplices. Y ahora ante el desastre que vive Argentina evoqué esa foto, ese niño desaparecido por treinta seis  anos, pensé en eso que dice el personaje de “Purgatorio”, esa Emilia Dupuy que a los sesenta años quiere recuperar a su esposo asesinado  y desaparecido en 1976.

(…) Siempre me ha parecido que tres mujeres convivían en ella: la anciana que regaba cupones en los mostradores de Stop & Shop, la mujer enamorada de Simón y la niñita a la que el doctor Dupuy había destrozado la vida” “Purgatorio” pág. 233.

Me acordé de esa frase cuando vi la foto de la madre del fiscal Nisman, el 12 de enero de 2015 cuando apareció muerto en el baño de su casa, evoqué la foto de la joven desaparecida en 1977 y me sentí una sobreviviente y tuve la sensación egoísta y terrible de que yo había logrado escapar del campo de concentración que para mi  es la Argentina de esa época.

Que tenía dos hijos maravillosos, nacidos en “el exilio del que no se regresa”.  Los soles de mi vida durante 36 y 33 anos. En uno de esos cuadernos de notas escribí: “A mi lo que me salvó de ser una paria argentina de los 70 es la escritura y mis hijos”

Que estaba protegida, en Santo Domingo, con mis hijos, con el  más chico aquí en casa, con su veterinaria y sus animales, con sus vidas activas y creativas, con mi familia muerta pero conmigo en sus mejores cosas, mis amigos, mis animales, mis plantas, mi trabajo y mi isla de protección. Pensé egoístamente que estaba guarecida en la isla de Santo Domingo.

Releí esa noche “Purgatorio” de TEM y las notas del 13 de marzo de 2013.

Dicen así: “Cuanto más me adentro en la vida de Emilia, y más advierto que de principio a fin es una cadena de perdidas, desapariciones y búsquedas sin sentido. Paso anos yendo detrás de la nada, de personas que ya no existían, recordando hechos que nunca habían sucedido.

(…)” ¿Y acaso todos no somos eso? ¿Acaso no vivimos atropellando la historia para dejar en ella una señal de lo que fuimos, un hueco mísero, una lucecita, aun  cuando sepamos que hasta la huella más honda es pájaro que se irá con el viento?”

En mis oídos sonó la música de “Los dinosaurios van a desaparece” y copie esta frase de Tomas Eloy Martinez:  “Charly García se arrojo a una pileta medio llena de agua desde un noveno piso en Mendoza, salió entero y esa noche canto en una recital” la persona que amas puede desaparecer, los que están en el aire pueden desaparecer” y yo regrese a Buenos Aires con ánimos de quedarme para siempre pero no me quede… y aprendí también el ser que se oculta en los pliegues de la nada” Tomás Eloy Martinez: “Purgatorio” pág. 287.

Años después Tomás Eloy Martinez regresó a Buenos Aires y murió de un cáncer cerebral.

Una de las frases que releo pensando en nuestro destino como generación, pensando en Lichi Diego que se murió de tristeza, pensando en esos amigos cubanos  que viven en el exilio, pensando en esa Argentina que se debate en ese final agónico que son los doce años del clan Kirchner, dice así:

“Supongo que los mantiene despiertos el patriotismo que la dictadura ha vuelto a desatar en la gente para disimular la miseria, la inflación, la sensación de ruina inminente(…) los que gobiernan son ahora otros, sucesores de la Anguila(Videla) y el almirante (Masera), pero el horizonte de que lo piensan es la misma línea en blanco de la nada.”  TEM Purgatorio pág. 254

Santo Domingo, martes 11 de agosto de 2015.

 

Fuentes: Pie de foto. ( http://www.elcivico.com/notas/2014/8/5/conoce-historia-laura-estela-carlotto-122966.asp)

Tomas Eloy Martinez: “Purgatorio” Alfaguara, 2008.