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En la isla... | Edwin Paraison/sacerdote Episcopal/Espacinsular

Aun no se tienen los resultados de las elecciones parlamentarias recién celebradas en Haití. Las opiniones están divididas. El Consejo Electoral Provisional (CEP) expresa su satisfacción por el proceso y los resultados, al igual que la comunidad internacional que en gran medida  ha financiado la contienda, la cual no ha estado exenta de críticas por el manejo de los fondos. 

Por lo menos, ambos admiten incidentes aislados que afectaron a alrededor de un 5% de los  colegios electorales en los que la participación fue  claramente baja. 

 Por su lado, la oposición pide la anulación de los comicios en lugares donde se  escenificaron violentos disturbios a punta de armas de fuego en los centros de votación. Mientras, la sociedad civil señala graves irregularidades que benefician al partido del gobierno y otras agrupaciones aliadas. De todos modos, unos resultados se están “cocinando” para cerrar pronto un proceso que no ha hecho honor al país. 

 La reforma constitucional de 1987 tras la caída de la dictadura duvalierista, estableció además de un sistema político con los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, la obligación de una búsqueda constante de consenso entre los dos primeros para asegurar la buena gobernanza. Ello se desprende del hecho de que el jefe de gobierno, quien comparte la alta gestión estatal con el presidente electo, es escogido del partido mayoritario en las cámaras legislativas.

 De cara a República Dominicana, la importancia de este proceso es la llegada de nuevos parlamentarios haitianos, 20 senadores y 118 diputados con quienes habrá que aprender a trabajar, pese a que algunos sean considerados como “bandidos legales”.

  Dicho sea de paso, el cuestionamiento hecho por la integración en el parlamento de personas de dudosa reputación no es exclusivo a la parte Occidental de la isla. La renovación del personal político dominicano prevista para mayo de 2016 presenta justificadas inquietudes sobre unos aspirantes que no pasan el examen ético, moral, de la opinión pública.

  El parlamento haitiano se instala el primer lunes de enero de 2016 para formar la 50 legislatura y tomar juramento al Jefe de Estado el 7 de febrero. La elección presidencial está programada para el 25 de octubre próximo.  En República Dominicana las nuevas autoridades toman el poder en agosto de 2016, por lo cual se espera que antes de finalizar el próximo año los legisladores isleños pudieran retomar una experiencia que se encuentra aun en un estado embrionario.

  Se trata de la iniciativa que busca crear un espacio permanente y dinámico de diálogo y de cooperación parlamentario al nivel  bilateral en base a la experiencia de su participación en grupos regionales e internacionales de legisladores.

  En el caso haitiano-dominicano, entre otros factores, la cercanía territorial, la amistad y las practicas de buena vecindad que unen a actores políticos, particularmente en el Artibonito y la región fronteriza, pesan positivamente para la concretización del proyecto.

  Aunque existieran en el tiempo acuerdos firmados entre las partes, como el suscrito en enero de 2007 por los senadores isleños para dar una atención especial a la problemática fronteriza,  el terremoto de 2010 en Haití fue una oportunidad de reacercamiento tras la visita de solidaridad de una delegación de la Cámara de Diputados dominicana a su contraparte haitiana.

  Cónsono con la evolución de la llamada “diplomacia parlamentaria”, diputados haitianos y dominicanos en septiembre del 2011 fundaron el Grupo de Amistad como nuevo canal de comunicación e intercambios entre los dos Estados.

  En ese marco, comisiones de legisladores haitianos han estado en República Dominicana para tratar sobre diversos tópicos, tales la situación de los estudiantes, los intercambios comerciales y la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, entre otros.

  Además de fortalecer los lazos entre los cuerpos legislativos de la isla, estructurar ese espacio contribuirá a definir una agenda parlamentaria sobre temas de interés común con el propósito de promover leyes de beneficio mutuo para las poblaciones haitiana y dominicana.

  A todas luces, la erección definitiva de ese espacio será de gran apoyo a la cooperación binacional que tiene varios proyectos pendientes de aprobación congresual o parlamentaria, por lo cual debe ser una prioridad  para los responsables de los poderes legislativo y ejecutivo en ambos países.